Desconfinamiento; la 4T en la encrucijada

2020-06-03 06:00:00

(Foto: Especial)

Si algo ha dejado en claro la emergencia nacional frente a la pandemia es que para el presidente Andrés Manuel López Obrador la única prioridad que existe es sacar adelante los proyectos estelares de su gobierno, al cual ha bautizado como la cuarta transformación. El arribo inesperado y de consecuencias letales del Covid-19 vino a trastocar su activismo impetuoso que lo obligó, a regañadientes, a cumplir un período de resguardo en Palacio Nacional. 

Sin embargo, a estas alturas existen suficientes elementos para pensar que las indicaciones sanitarias que el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, recomienda en la conferencia vespertina están en consonancia con las directrices presidenciales. Por eso la inexplicable decisión de pasar al desconfinamiento cuando los contagios crecen continuamente y aunque la curva, a pesar de los deseos del presidente, no se haya aplanado. 

Se trata de una decisión temeraria que entraña riesgos, no se trata de una ocurrencia, como algunos segmentos de la comentocracia se han apresurado a señalar, sino que tiene el sello de la sagacidad política que ha caracterizado a López Obrador. Él está consciente que sus consecuencias definirán, en gran parte, la viabilidad de su proyecto, el cual, lo ha repetido incesantemente, sólo será posible si tiene el respaldo del pueblo, de la opinión pública. Más que la rebeldía de algunos gobernadores, más que su distanciamiento con las cúpulas empresariales, más que el hostigamiento cotidiano de la comentocracia y las redes sociales, más que las caravanas en lujosas camionetas, que en sus palabras “le hacen lo que el viento a Juárez”, para López Obrador, en estricto apego a la máxima juarista que decía “yo no reconozco otra fuente de poder más que la opinión pública”, le concede a ésta una importancia fundamental. 

Consumidor obligado de las mediciones que casas encuestadoras publican sobre el desempeño presidencial, ha observado una caída en los niveles de su aprobación. Si bien aparece esta caída a inicios de año, se incrementa en el contexto de la contingencia. De acuerdo con la encuesta publicada el pasado lunes por El Financiero, la aprobación en el curso del presente año ha pasado de 71 a 60 por ciento, el nivel más bajo desde su llegada al poder. Ciertamente no es un desplome, como algunos de sus críticos festejan, por el contrario, no ha faltado quien se pregunte el que siga manteniendo esos niveles de aprobación en un escenario tan adverso. 

La respuesta se encuentra en las gráficas, en las que solicitan a los entrevistados que califiquen la manera en que el gobierno ha gestionado los temas de salud y economía, que han sido la base de las decisiones para afrontar la pandemia. La respuesta de los entrevistados es elocuente. Respecto al tema de salud, 48 por ciento emite una calificación positiva, frente a 37 que se inclina por la negativa. En contraste, respecto a la economía, 57 por ciento califica de negativa la gestión gubernamental, frente a 28 que la considera positiva.  

Con base en estos datos se puede apreciar la encrucijada en que se encuentra López Obrador. La viabilidad para su proyecto depende de que la reactivación de las actividades productivas para mitigar los efectos de la crisis económica no vaya a provocar consecuencias funestas debido a la inevitable expansión de los contagios. Ese es el riesgo que asume y que impone al país, en su urgencia por sacar adelante su programa de la cuarta transformación. 

Twitter: @fracegon 

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