Medidas sanitarias�y suicidios inconscientes

2020-11-09 06:00:00

En charla con un amigo psicoanalista, me compartía cómo a personas que conducen a exceso de velocidad arriesgando su vida, habría que revisar hasta dónde son suicidas inconscientes; es decir, que, sin aceptarlo de manera racional, en un rincón de su mente desean morir. Para conseguirlo, sin reconocer ni tener consciencia de su objetivo, pisan a fondo el acelerador de sus vehículos, con argumentos de que saben conducir, que les agrada manejar a gran velocidad, que nunca les ha pasado nada, que sólo a los tontos les sucede, etcétera. Pero en realidad, por su historia personal y complejos mecanismos internos y estados no procesados saludablemente, que pueden incluir la ansiedad, la soledad o la depresión, entre otros, desean acabar con sus vidas. 

Conozco decenas de conductores e historias de quienes circulan rebasando los límites de velocidad. Por las avenidas de la Zona Metropolitana de Guadalajara y las carreteras de Jalisco transitan diario miles de tales personajes, sobre todo los fines de semana, en muchas ocasiones alcoholizados. Pero el suicidio inconsciente no se restringe a quienes circulan a velocidades, también puede abarcar a profesiones, actividades o actitudes del ser humano. Por ejemplo, a quienes practican deportes de alto riesgo. Se trata de comportamientos suicidas encubiertos. 

La Organización Mundial de la Salud (OMS) indica que los trastornos mentales (especialmente la depresión y los trastornos por consumo de alcohol) son un importante factor de riesgo de suicidio en Europa y América del Norte; en los países asiáticos, sin embargo, tiene especial importancia la conducta impulsiva. El suicidio es un problema complejo, en el que intervienen factores psicológicos, sociales, biológicos, culturales y ambientales, indica. 

La pandemia de Covid-19, que ha derivado en el confinamiento, violencia intrafamiliar, crisis económica, ansiedad generalizada, percepción de soledad y miedo colectivo, los llamados a la población a que cumpla protocolos para no contagiarse, han sido desoídos por la mayoría de los mexicanos. No usan cubrebocas, no guardan la distancia saludable, no se lavan continuamente las manos, no usan gel antibacterial. Inclusive, abundan quienes envalentonados dicen que, si les toca morir, morirán, y alardean: que se mueran los que deban morir; o bien, a pesar de las exhortaciones a cumplir medidas sanitarias, las ignoran. La lógica, aquí, no funciona. Continúan las fiestas masivas, las concentraciones multitudinarias en playas y bares. Les importa más disfrutar el presente, ante un futuro incierto. Cientos de miles se han enfermado y contagiado a otros cientos de miles, y estamos por sumar cien mil muertos. Los que desdeñan los llamados e infectan, no se hacen responsables de sus víctimas. Hay muertes que tienen cómplices. 

Me pregunto, ¿cuántos de quienes no cumplen las medidas sanitarias son suicidas inconscientes? Y subrayo lo de inconscientes, porque si se les preguntara acerca de si desean morir, todos asegurarán que no y se molestarán. Ante la mínima insinuación de que quieren dejar este mundo, no lo reconocerán. Responderán con diversos argumentos, que desde su percepción es lo verdadero, pero, más allá de lo que expresen, hay un mar de fondo por explorar sobre los deseos de morir que pueden tener. 

Las instituciones y especialistas en salud mental suelen recibir poco presupuesto. Cuando la pandemia amplía y profundiza trastornos mentales, los cuales se prevé aumenten, es momento de respaldar las políticas públicas en pro de una mejor salud, que incluye lo psicológico. Es primordial prevenir y atender no solamente los suicidios conscientes, sino también los inconscientes, que requieren otro tipo de tratamientos. Nos necesitamos y tenemos derecho a estar sanos.   

Twiiter: @SergioRenedDios 

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