Posverdad y�educaci�n

2021-01-19 06:00:00

Posverdad es un neologismo que implica la distorsión deliberada de la realidad para manipular las creencias y emociones influyendo en la opinión pública. El presidente ruso la utilizó para invadir Ucrania al argumentar que tropas civiles de autodefensa deseaban que el país no fuera independiente. Estados Unidos tiene una lista de intervenciones internacionales y no se diga nuestro gobierno a lo largo de la historia. 

Las redes sociales ayudan difundir noticias falsas provocadas. Con los celulares se es capaz de publicar cualquier barbaridad y pasarla en segundos sin tener ninguna fuente fidedigna. Una sociedad conectada de forma permanente es incapaz de dedicar algunos segundos a analizar si lo que consume es de una fuente prestigiada. 

Hoy circulan cientos de artículos falsamente firmados que con gran facilidad se reenvían y se apoyan sin responsabilidad. Un meme o un mensaje por medio de las redes sociales llega a tener mayor difusión que un libro que llevó años de trabajo o que una noticia con meses de investigación. 

La historia del ser humano está basada en mitos y fantasías desde siempre; pareciera que el pensamiento mágico es conveniente. Creímos –y en algunos países se sigue creyendo– que emperadores, reyes, líderes religiosos y gobernantes heredan el poder y la capacidad de decidir de los dioses. Discriminación, holocaustos, guerras, invasiones y genocidios han sido causados por líderes y libros con códices y reglas que, se afirma, fueron redactados divinamente. 

Vivimos una era donde falsos prejuicios ayudan a que malas personas se vuelvan mesiánicos políticos que con datos falsos mangonean al pueblo. Hoy mismo, por ejemplo, no sabemos la realidad de lo que ocurre en el mundo, en nuestro país y en nuestra comunidad alrededor del Covid-19; tanta información nos tiene confundidos. 

Nos preguntamos si en realidad hay en México, a mediados de enero, casi 2 millones de infectados y 150 mil defunciones con medio millón de vacunas aplicadas, y si es la verdadera razón de continuar sin poder llevar a los niños y jóvenes a la escuela, cuando otros países no han suspendido sus labores académicas o, por el contrario, si es una adecuada medida sanitaria. 

Si los datos nos permiten tomar decisiones inteligentes y transparentes, ¿por qué debemos esperar dos semanas más para ver si la pandemia cedió y volveremos a las aulas? ¿No debiera un gobierno serio rodeado de tantos investigadores poder tomar valientemente la decisión por lo que resta del ciclo escolar en lugar de tenernos falsamente esperanzados? La posverdad nos tiene cautivos hoy más que nunca bajo la crisis sanitaria, financiera y educativa. 

 

jl/I

 
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