El veneno de las cobras evolucion�

2021-01-21 06:00:00

(Estudio. Pretenden dise�ar ant�dotos efectivos contra las mordeduras de serpiente. Foto: EFE)

La mayoría de las serpientes usa su veneno para atontar y cazar a sus presas pero ciertos tipos de cobra pueden escupirlo varios metros de distancia para cegar a sus predadores. Un estudio concluye que esta rara habilidad de las cobras es la respuesta evolutiva al entorno y el desarrollo de un arma letal y única de defensa.

El trabajo, una colaboración internacional liderada por la Universidad de Liverpool (Reino Unido) que esta semana ocupa la portada de la revista Science, explica que la necesidad de defenderse ha determinado en gran medida la evolución de las toxinas que componen algunos venenos de serpiente.

"El veneno es un carácter trófico evolutivo que utilizan no solo las serpientes sino multitud de organismos (caracoles marinos, arañas, escorpiones, insectos...) para subyugar a la presa o defenderse de depredadores", explica Juan José Calvete, director del Laboratorio de Venómica Evolutiva y Traslacional del Instituto de Biomedicina de Valencia del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y coautor del estudio.

En el caso de las serpientes, conocer en detalle su estructura y la actividad biológica de las toxinas que lo componen es básico para diseñar antídotos efectivos contra las mordeduras de serpiente que cada año producen entre 1.8 y 2.7 millones casos de envenenamiento en África, Asia y Latinoamérica, y entre 81 mil 400 y 138 mil muertes, según la Organización Mundial de la Salud.

Estos accidentes ofídicos, que provocan el triple de amputaciones y otras discapacidades permanentes, condenan a las víctimas (principalmente campesinos y niños de zonas rurales) y a sus familias a la marginación social y a un futuro de pobreza.

Para hacer el estudio, los investigadores analizaron la composición del veneno de tres linajes de cobras escupidoras del género Naja, que habitan en África y Asia, y que son capaces de escupir el veneno a dos metros de distancia -y con mucha precisión- sobre los ojos de su víctima y causar dolor, inflamación y hasta ceguera permanente.

"El objetivo del trabajo era establecer las bases moleculares de este mecanismo defensivo", comenta Calvete.

El veneno evolucionó hacia uno más doloroso para ayudar a las cobras a defenderse más eficazmente de los depredadores o agresores y "favorecer la función defensiva", apunta.

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