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(Foto: Cortes�a EFE)
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Adriana Pérez Gómez dedica varias horas al día a ayudar a su hija de 10 años, Yazmin Vanessa Hernández, a hacer las tareas escolares. Hace casi un año que suspendieron las clases presenciales en Chiapas y ella enfrenta un problema añadido: es analfabeta.
Para ella no ha sido fácil participar en las actividades educativas de la niña debido a que es hablante de tzotzil y entiende poco el español. Proveniente de una familia de bajos recursos económicos, apenas fue a la escuela y nunca aprendió a leer y a escribir.
Pérez Gómez forma parte del 15 por ciento de la población chiapaneca de 15 años o más edad que no sabe leer ni escribir.
Según explicó la mujer a EFE, la pandemia parece que no acaba nunca y está desesperada porque su única hija no pierda el ciclo escolar, por lo que ha pedido ayuda a asociaciones civiles de beneficencia y apoyo a la infancia.
México no tiene clases presenciales para sus más de 30 millones de estudiantes de educación básica y superior desde el 23 de marzo de 2020, cuando inició la llamada Jornada Nacional de Sana Distancia por la pandemia de Covid-19.
Y aunque en Chiapas la situación es relativamente mejor que en otros lugares de México, el regreso a clases se está llevando a cabo con cuentagotas.
A pesar de que Adriana vive a unos cuantos minutos de la turística ciudad de San Cristóbal de las Casas, no cuenta con conexión en casa, y se le hace prácticamente imposible pagar los servicios básicos.
Ante su precaria situación, la organización Melel Xojobal, que trabaja en la protección de los derechos humanos, ayuda a Adriana en las tareas escolares de su hija. Normalmente es una vez por semana, los viernes.
Y gracias a este apoyo, y al tesón de su madre, a pesar de todas estas dificultades la pequeña Yazmin es hoy bilingüe, cursa el quinto año de primaria y sueña con ser médico para así poder ayudar a las personas enfermas.
La historia de Adriana no es la única en Chiapas, donde muchos padres tienen problemas serios de analfabetismo.
Por ello muchos han tenido que acudir a solicitar ayuda de algunas asociaciones civiles para sacar a sus hijos adelante, como es el caso de Melel Xojobal o de la organización Desarrollo Educativo Sueniños.
JB
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