Personas invisibles

2021-02-09 06:00:00

Según el Censo 2020, estamos en el período donde la población en edad de trabajar supera en cantidad a las personas económicamente dependientes, como los niños y adultos mayores. 

La población no activa económicamente es de 37.8 millones. De esta, 43.9% se dedica a los quehaceres del hogar; 35.7% son estudiantes; 9.0% pensionados o jubilados; 8.6% otras actividades no económicas y 3.5% tiene limitación física o mental permanente que les impide trabajar. 

Sin embargo, detrás de los datos duros podemos encontrar varias realidades que la pandemia del Covid-19 nos ha desnudado, como la vulnerabilidad de los jóvenes, de las mujeres y de los adultos mayores que permanecen invisibles para la población. 

1. Los jóvenes en la pandemia. Un estudio realizado por Unicef de 2020 mostró que la crisis del Covid-19 ha tenido un importante impacto en la salud mental de los jóvenes de Latinoamérica y el Caribe. 

Entre los entrevistados, 27% reportó sentir ansiedad y 15%, depresión. Para 30%, la principal razón que influye en sus emociones actuales es la situación económica. La pandemia ha evidenciado una serie de carencias y desigualdades que han afectado a la población joven que permanece invisible. 

Las condiciones de trabajo se han deteriorado, los riesgos de contagio son altos y optan por arriesgarse para ganar más dinero. Sin ninguna protección social, recurren a opciones de trabajo poco seguras. Sobre ellos recae toda una carga social que los presentan como personas irresponsables, inconscientes, no empáticas y poco productivas. 

Sin embargo, los sociólogos tienen la percepción de que son resilientes, como jóvenes han aprendido a responsabilizarse de sí mismos y de los demás, e intentan romper el mito de que son los responsables de propagar el virus, porque desde que inició la pandemia en distintos medios de comunicación nacionales e internacionales se ha responsabilizado a los jóvenes del aumento de los contagios.  

2. Las mujeres en la pandemia. En Jalisco, cada día violentan a 92 mujeres, jóvenes y niñas con delitos como lesiones, abuso sexual, abandono o acoso. En 2020 se registraron 266 feminicidios. Cada semana, un familiar, pareja o alguien cercano asesinó a cinco mujeres por ser mujeres. 

Se estima que una de cada cuatro niñas sufre una violación antes de cumplir los 18 años de edad. En cinco años, el crecimiento en los feminicidios infantiles ha aumentado un demoledor 96%, según cifras de Secretariado Nacional de Seguridad Pública. 

Detrás de cada mujer violentada hay una historia invisible de valentía y de amor que merece la pena ser investigada y contada. Detrás de cada denuncia, petición e imagen en redes sociales está una familia pidiendo justicia y sobreviviendo ante la violencia que se vive en el país, porque nacer, vivir o ser mujer significa violencia y desigualdad para la mayoría de ellas. 

3. Los adultos mayores. Para dejar de ser invisibles, la CEDH exige a las autoridades estatales la aplicación de las medidas para que las personas adultas mayores puedan acceder a tiendas de autoservicio, departamentales y comercio, ya que “ninguna política pública, decisión administrativa o norma debe ser contraria a los derechos fundamentales”. Así se pronunció por la discriminación que están recibiendo los adultos mayores por el botonazo y no poder ingresar por razón de edad a farmacias y tiendas de autoservicio. Muchas personas adultas viven solas, por lo que negarles el acceso es un acto que vulnera sus derechos humanos. 

Las cifras del Censo son brújulas para el diseño de las políticas públicas porque los datos no tienen ideología, nos ayudan a identificar las necesidades de la población y señalan los espacios en los que el Estado debe ampliar oportunidades para combatir la pobreza y disminuir la desigualdad, y se podría hacer realidad el lema de primero los pobres sin actuar a ciegas, visibilizándolos. 

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