Quinto Patio

2021-06-21 06:00:00

Derivado de la pandemia por Covid-19, se destapó la cifra de migrantes que eligieron Guadalajara para vivir; nada menos que un incremento de 200 por ciento. Las circunstancias los forzaron a que se olvidaran de la propaganda del sueño americano, y tendrán que acostumbrarse a las tortas ahogadas, el pozole y la birria, si bien les va. Y también dejaron atrás ese sueño porque el paso a Estados Unidos es cada vez más difícil, caro y peligroso. Un número desconocido y desfavorecido se quedó en la Zona Metropolitana de Guadalajara sobreviviendo en las calles.

Y no, no es que quienes se quedaron aquí prefieran los platillos tapatíos que las cheeseburgers, sino que, en su andar, hallaron en el albergue El Refugio, del cerro del 4, en Guadalajara, una nueva oportunidad de trabajar e insertarse a la sociedad mexicana. Pero esto representa un reto, y ése es la operación de los espacios que brindan ayuda. Acostumbrados ahí a brindar apoyo integral a estas personas por unos cuantos días, pues hoy enfrentan un mayúsculo paquete. Y faltan muchos apoyos para esa labor humanitaria impulsada por organismos como El Refugio.

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Decenas de millones y millones de pesos que gasta el gobierno de Jalisco en comunicación y, ¿para qué? Lo que realmente importa no es tomado en cuenta por las autoridades para que entre en el paquete del presupuesto de difusión. Un ejemplo claro de un hecho relevante con insuficiente difusión es el macrosimulacro de ayer. Jalisco está en una zona altamente sísmica, recordemos los casos del sur de la entidad, por lo que un ejercicio de macrosimulacro resulta ne-ce-sa-rio.

Peeeeeeero el gobierno se hizo el codo y no pagó una buena campaña de comunicación pública. La mayoría de la gente ni se enteró que habría simulacro. Muchos tapatíos se espantaron al oír la alerta sísmica, donde ésta sonó, y al no tener ni idea del simulacro; en verdad pensaron que era un sismo; luego se calmaron y tomaron sus asientos para ser espectadores cuando se dieron cuenta de qué se trataba. Pese a ello, el gobierno estatal presumió que más de 320 mil personas participaron en el ejercicio, con participantes, digamos, cautivos o enrolados en dependencias e instituciones. ¿Creemos la cifra?

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El colectivo multipartidista Las Paritaristas se queja de que poco se ha hablado de que una feminista, la emecista Claudia Salas, fue la que más votos obtuvo en tooooodas las diputaciones. Tan sólo 81 mil 539 sufragios, cuando su más cercana competidora sólo alcanzó 32 mil 175. Esto las llena de orgullo porque se echa abajo el mito de que los electores no votan por las feministas. Y ahora, con ese argumento, deberían acabarse los ataques contra ellas, porque tienen un respaldo de votos suficientes y, además, con qué cara otros diputados podrán intimidarlas o desestimarla si la gente votó así, por ejemplo, por Salas. La diputada electa lo anticipa: la Legislatura 63 “pintará de violeta” el Congreso local.

Ahora los reflectores estarán en su partido naranja, en si le reconocerá esos votos dándole juego como diputada con la coordinación parlamentaria o presidencias en comisiones importantes, y no sólo dejarle la de igualdad sustantiva, como ocurrió en la actual. Incluso, hubo mujeres que llegaron por ser las más votadas, como la priísta Ana Degollado, quien llega con más legitimidad entre los legisladores de su partido, y falta comprobar si eso se nota en las posiciones que le tocará jugar. Y no son las únicas que tienen mucho que reclamar por el peso del voto que cargan a cuestas. Faltará que en los partidos y sus grupos de poder cambien las dinámicas históricas adversas a las mujeres diputadas y no quede todo en sólo números. ¿O qué?

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