Un homenaje en deuda

2022-02-21 06:00:00

Don Alberto caminaba por los pasillos del Colegio México Nuevo, provocando un saludo cariñoso con admiración y respeto; era la interrupción total de cualquier labor o acción para observarlo y obtener de él la aprobación con su franca y firme mirada o la corrección inmediata de una postura, el uniforme, el peinado. 

Don Alberto Godínez es sinónimo de sabiduría, congruencia, exigencia, honor, éxito, dureza, disciplina, constancia, responsabilidad y a la vez bondad, sinceridad, empatía, amor, gratitud, paciencia, serenidad, solidaridad, perdón, humildad. 

En todos los que estudiaron o trabajaron con don Alberto dejaba la sensación de que algo más se podía hacer por mejorar lo ya realizado, esa sana insatisfacción por lo logrado, una necesidad de autoexigencia y aprobación de su persona. Don Alberto nació en La Barca, Jalisco. Hoy tiene 93 años y la inevitable erosión de la vida lo tiene más preocupado por su salud y mantener su distintiva lucidez. 

Sus problemas de salud lo acompañaron siempre y, aunque con poliomielitis, fue un atleta que lo mismo jugaba futbol, basquetbol o beisbol. Su enorme arrojo y valentía no coincide con su baja estatura; la pasión que ponía al deporte la traducía en todos sus proyectos. 

Pasó de ser un campesino a estudiar con los hermanos maristas que al migrar a América se establecieron por primera vez en La Barca, donde el 21 de julio de 1899 arribaron bajo la dirección del hermano Pedro Damián, ex alumno del fundador francés san Marcelino Champagnat. 

Don Alberto, siendo niño y adolescente, recibió de segunda mano la filosofía de la enseñanza del gran pedagogo Champagnat. Su desempeño como hermano marista lo llevó a dirigir los colegios México, el Instituto Queretano y el internado marista donde dejó huella en personajes como el tenor Plácido Domingo, los futbolistas mundialistas La Calaca González, los banqueros José Madariaga y Roberto Hernández, artistas como Gonzalo Vega, políticos como Ruiz Massieu e innumerables y exitosos profesionistas hoy socios inversionistas de su obra maestra, los Colegio México Nuevo. 

Don Alberto ha sido maestro de maestros y directivos, quienes han tratado de seguir su vocación y su legado. Siempre expresó que la calidad de una escuela radica en la formación de sus docentes, en su estímulo y retribución. 

Don Alberto enseñaba con un enorme corazón y a la vez con dureza, esa difícil combinación que sólo tienen los grandes educadores. Impulsó la educación a través del deporte sabiendo que en las canchas se podían enseñar principios como compañerismo, resiliencia, disciplina, esfuerzo. 

Promovió la educación con tecnología exigiendo que en cada aula hubiera pantallas y equipos de proyección; creyó en la necesidad de enseñar el inglés, por lo que motivó a que sus colegios fueran bilingües. Así podríamos escribir páginas completas del gran educador don Alberto Godínez Rincón, que nos deja una deuda al brindarle un homenaje que nunca será a la altura de su gigante herencia a la educación de nuestro México. 

jl/I

 
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