Lidy: muerte�inexplicable

2022-03-22 06:00:00

Todo lo que puede salir mal en el asesinato de Lidy Villalba de Heinze está sucediendo. Su muerte es un símbolo inequívoco de la inseguridad en nuestro país. 

Debe cuestionarse el actuar de las fuerzas de seguridad y su pésima coordinación, el patrullaje del Ejército, el silencio de las autoridades y la falta de protocolos. 

Lo primero que se supo en esta cadena de inconsistencias fue que en el municipio de Ojuelos (Jalisco), sobre la carretera que va a San Luis Potosí, acribillaron a Lidy (golfista, empresaria y política potosina) que transitaba en una camioneta Cadillac blanca el jueves 17 de marzo. 

El supuesto punto de la agresión es parte de las pifias. Unos reportan que fue en Jalisco y otros que fue en Zacatecas. Cabe destacar que la zona es un punto fronterizo entre estos dos estados y San Luis Potosí. Se especula que la balacera inició en Ojuelos y terminó en la zacatecana Los Alpes. 

El momento. Los primeros reportes y el fiscal de Jalisco indicaron que la balacera fue en la noche del jueves. Sin embargo, en videos se observa que había sido de día. Esto es relevante porque en esas horas clave intentaron manipular la situación. 

Luego, los involucrados. Primero una camioneta de lujo con cuatro personas a bordo –entre ellas, Lidy–. También está la versión de que al Cadillac le acompañaban dos escoltas en otro vehículo. También participaron miembros del Ejército mexicano y elementos de la Policía Investigadora (PI) de la Fiscalía General de Justicia del Estado de Jalisco (FGJEJ). Algunos reportes iniciales acusaban que un grupo delincuencial estaba persiguiendo a la camioneta para asaltarla, aunque esto se descartó horas después. 

Los heridos. Se habla de cuatro (el chofer, el caddie y dos escoltas) y otros dos elementos de la FGJEJ. Más dos muertos (hay relatos que indican que el chofer murió, pero no se sabe). Se contradicen notas de medios de tres estados: algunos indican que son cinco y otros tres. 

El fiscal de Jalisco se sumó al caos porque no especificó quién inició con las “detonaciones”. 

Ante el silencio de los involucrados, las versiones siguen sucediendo. La mayoría presume que elementos del Ejército mexicano fueron quienes dispararon y que todo este circo de sombras alrededor lo están provocando para no tomar responsabilidad. 

Una tesis concreta es: Lidy, una acompañante (hija del ex gobernador de San Luis Potosí), un caddie y su chófer iban en la camioneta Cadillac. Pasan por un retén de estatales y del Ejército que se encontraban apostados en una brecha a un costado de la carretera. Vecinos de la zona refieren que es normal que tapen las identificaciones de los vehículos. 

Empezaron a perseguir el Cadillac. Los vehículos de la FGJEJ son más rápidos y se adelantan al transporte de los soldados. Un policía detona por error un arma. El Ejército escucha el balazo y comienzan a disparar a diestra y siniestra. 

El caso deja muchas preguntas. ¿Por qué falla la coordinación entre las fuerzas del orden? ¿Por qué guardan silencio las diferentes dependencias ante hechos tan graves? ¿Qué pasa con esas zonas en las que los “buenos” ocultan sus logos? ¿Por qué el Ejército, como en tantos casos, sigue en las calles, patrullando y generando incertidumbre? Su deformación ha provocado toda clase de arrebatos aún más graves que los delincuentes. Ejemplos se multiplican. 

El asesinato de Lidy nos recuerda la indefensión que vivimos como sociedad, la negligencia de los cuerpos de seguridad, la corrupción que provoca este caos de silencios que se reproduce en tantos casos. Como dije, todo mal. 

La del estribo de última hora: la Fiscalía General de la República reveló ayer que un soldado fue vinculado a proceso penal por los delitos de homicidio calificado y homicidio calificado en grado de tentativa por el asesinato de Villalba. 

Twitter: @cabanillas75

jl/I

 
Derechos reservados ® ntrguadalajara.com