Delfina Gómez Álvarez, titular de la SEP, no asistió al Senado para hablar sobre el cierre del programa de Escuelas de Tiempo Completo (ETC), cuya eliminación se ha convertido en la tragedia de las familias mexicanas, no sólo por el tiempo que niños y jóvenes podían pasar en las escuelas mientras sus padres trabajaban, sino porque representaba un programa de prevención de violencia, acoso y extendía mediante talleres aprendizajes esenciales: inglés, programación, emprendimiento, deporte, arte, tecnología.
El gobierno transfirió el presupuesto al programa La Escuela es Nuestra (LEEN), cuyo objetivo es la infraestructura física y equipamiento entregando recursos a padres de familia mediante el Comité Escolar de Administración Participativa para su asignación en materiales y no en la jornada extendida que contempla sueldos de maestros y alimentación para alumnos.
AMLO aprovechó la pandemia para terminar de matar uno de los programas más exitosos que ha tenido la educación que beneficiaba a 27 mil planteles y a cambio incrementar el programa LEEN, que ha sido señalado por la Auditoría Superior de la Federación por falta de transparencia en la asignación de recursos.
Mientras tanto, el gobierno federal, para la revocación de mandato, utiliza recursos millonarios “para que siga” el presidente en una propaganda permanente en medio de una inestabilidad económica global por los conflictos bélicos en Ucrania, soportando los precios de los combustibles como una medida populista; como populista es la entrega de recursos directo a los ciudadanos por medio de supuestos programas, becas e incentivos ausentes de un real proyecto educativo de nación, argumentando que así acabará con la corrupción y apoyará el abatimiento de la pobreza.
Las más de cien Universidades para el Bienestar Benito Juárez que prometían calidad universitaria a bajo costo son otro fracaso, como también lo es la capacitación docente que desapareció junto con la extirpación de la evaluación a maestros.
El país y en especial los padres de familia caen en la perversa trampa de la votación para la revocación de mandato con dinero en las manos entre becas y programas, mientras sus hijos son cruelmente abandonados en lo esencial, que es la formación académica y humana que les permitirá ser competitivos en un mundo que demanda cada vez mayor exigencia en la era del conocimiento.
La estrangulación de nuestro sistema educativo agravado por la pandemia que generó una enorme grieta entre los que tuvieron tecnología y recursos para seguir en su proceso educativo y los pobres que no lo tuvieron será un tsunami que ahogará las esperanzas de nuestros hijos en muy poco tiempo. Es imperante que luchemos por escuelas que independientemente del nombre del programa educativo den una educación de vanguardia con un tiempo extendido donde los hijos aprendan más y de mejor manera antes que andar perdiendo tiempo y recursos en una revocación mefistofélica.
jl/I
|