Aviadores perdidos

2022-05-18 06:00:00

En el Congreso local ya dieron el banderazo de salida para realizar el diagnóstico sobre la nómina de sus empleados de base y supernumerarios con asesoría y apoyo externo para garantizar poner orden a lo que no han podido hacer en las últimas décadas cuando se empezó a engrosar la nómina. 

Esto suena maravilloso; sin embargo, debemos tener claro cómo será el procedimiento de revisión porque de lo contrario, las expectativas que se generarán serán más altas que la realidad o lo que pueden hacer. 

Decimos esto porque tanto la Secretaría General como la Comisión de Administración han estado comentando que los aviadores en el Poder Legislativo no existen, que no hay pruebas y que solamente son rumores y chismes. 

¿Y cómo no van a ser solo suposiciones si quienes tienen las pruebas y la forma de detectarlos no lo hacen y únicamente esperan a que las denuncias les lleguen con todo y pruebas? 

Esta postura de que dicen que existen, pero no existen suena ilógica cuándo hasta sus propios empleados pueden señalarlos y no a uno ni a dos, sino a más compañeros que tienen conocimiento que sólo cobran y no trabajan. Los nombres se repiten legislatura tras legislatura, aunque siempre surgen nuevos, pero se hacen de la vista gorda. 

Sería un ejercicio inútil si no se ponen como meta la forma de detectar a esos nombrados aviadores y lograr poner límites a la forma en que eluden al sistema. 

Hay incluso empleados que describen el modus operandi de sus compañeros porque suelen ser conocidos o hasta amigos, y no dicen nada porque no quieren enemistarse con ellos o porque no sirve de nada denunciarlos cuando ven que todo queda igual. Entonces si algunos los conocen ¿cómo es que no los encuentran y están perdidos? 

Administrativamente los justifican porque no tienen ningún reporte de que no checan la entrada y la salida, que es el único control que han impuesto para saber si trabajan, pero lo que no han comprobado y menos investigado es si sólo checan y se van como ya han sido detectados en el pasado. 

Hay otros que se ocultan en el personal asignado a la sala de diputados y que los exentan del reloj checador y ahí sí cómo garantizar que trabajan si tienen una protección de la plana mayor. 

También los hay los que están a las órdenes directísimas de un diputado y que tampoco tienen que registrar sus ingresos y sus salidas porque le responden sólo a él y no a la Secretaría General. 

Y muchos burócratas que caen en este último escenario se encuentran en las salas de los legisladores, sobre todo de los que destacan poco en su trabajo legislativo o en sus comisiones y que su personal no es conocido y les creen que trabajan en las oficinas y que incluso radican en otros municipios. 

Nadie levanta la voz porque todos tiene el mismo pecado o están en el mismo partido político y porque las normas internas lo permiten, les dan manga ancha para contratar a quien quiera sin que haya resultados. 

Del personal asignado directamente es donde algunos diputados suelen obtener los recursos extra para sus campañas o para su bolsillo al momento de dar de alta a prestanombres, que cobran el salario y sólo se los pasan. 

Con todos estos escenarios que se han dado a conocer con el paso de los años, el diagnóstico que quieren emprender debe ser claro y asertivo en analizarlos o veremos si se trata solamente de una compulsa de nombres enlistados en la nómina con fotografías o de señales de que están vivos, sin evaluaciones sobre su trabajo. 

Y el orden que buscan quizás solamente quede en unificar nombres de puestos y actividades sin obligar a que vayan a trabajar quienes han gozado de percibir un salario que no desquitan, incluso hasta en las reuniones sindicales suelen aparecerse los que están ausentes en la vida cotidiana, pero como tienen padrino político, así son salvados. Tendremos que estar al pendiente sobre si logran cortar esos vínculos partidistas y de amiguismos o si consiguen mantenerlos. 

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