La democracia en tinieblas

2022-06-09 06:00:00

Conocí a José Woldenberg cuando era presidente del Consejo General del Instituto Federal Electoral (IFE). Me pareció una persona con una inteligencia diáfana y con una gran capacidad para resolver problemas prácticos. Gracias a eso, el IFE logró infundir en la ciudadanía una confianza substantiva para sentar las bases de un organismo electoral profesional y confiable.

Desde entonces he seguido la actividad académica y editorial que ha desplegado desde que dejó el IFE, en especial las últimas tres publicaciones en torno a la situación política actual del país: las dos primeras, En defensa de la democracia (2019) y Contra el autoritarismo (2021); la más reciente, La democracia en tinieblas (Cal y Arena, 2022). Esta trilogía (no dudo que antes de terminar el sexenio vaya a haber otra publicación) retrata una preocupación por el peligro a que se enfrenta la democracia mexicana.

En las últimas décadas, la democracia está siendo amenazada por el creciente populismo, que se ha esparcido como reguero de pólvora en todo el orbe. Los movimientos y partidos populistas han suplido a los anquilosados partidos y políticos tradicionales y se han erigido como fieles traductores de la voluntad del pueblo frente a las élites corruptas. Y México no es la excepción.

En el más reciente libro, Woldenberg hace un recuento de las acciones gubernamentales que, a pesar del entramado legal y constitucional construido por décadas, del delicado equilibrio de poderes y de la pluralidad política, están pasando por encima para llevar a la democracia al despeñadero del autoritarismo.

El autor divide la obra en tres partes: en la primera lanza la pregunta: “¿Autoritarismo o democracia?”, que a su vez divide en cuatro apartados. El primero lo titula “Autoritarismo en acción”, donde revela que el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) tiene como intención –citaré ampliamente– “concentrar facultades en la Presidencia de la República, de alinear a los otros poderes constitucionales, de mermar las instituciones estatales autónomas” sin ocultar “su desprecio hacia los partidos opositores, a los medios que develan inconsistencias o raterías de su gobierno, hacia los periodistas que no comparten sus proyectos”.

Más adelante expone evidencias concretas de estas decisiones políticas polémicas: la intención de quitar los diputados plurinominales (en su momento sirvieron para reconocer el pluralismo de la representación política); el embate contra las universidades y la sociedad civil; el “decretazo” para evitar los trámites necesarios para sus obras insignes; la intención de trastocar los procesos de los tiempos de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) con un transitorio; el intento de desafuero del gobernador de Tamaulipas (que su discusión se pospuso para la siguiente semana en la SCJN), entre otros.

Pareciera que sus decisiones de marcada intolerancia, nacidas de su creencia de que “a través de él se expresa el pueblo, su propensión para mentir quizá se explica porque está convencido de la peligrosa conseja que el fin justifica los medios, y su embate contra todo aquel que no comparta sus convicciones se alimenta de la peregrina idea de que existe una sola forma de ver y evaluar las cosas”.

A pesar de la embestida de la Presidencia hacia adversarios, reales o inventados, varias decisiones “caprichosas” no han prosperado gracias a la oposición de instituciones autónomas y a lo que Mauricio Merino señala: “No debemos aceptar que el hombre más poderoso del país, ni nadie, abuse de su condición sin dar respuesta y sin resistencia”. Muy recomendada lectura.

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