Quinto Patio

2022-07-17 06:00:00

Este fin de semana vino a Jalisco el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández. Y lo hizo no solo para corcholatear (AMLO, dixit), pues acompañado del edil tapatío de Morena Carlos Lomelí, dio su conferencia-pasarela en la Expo Guadalajara, en la que al igual que a otros de sus compañeros aspirantes los asistentes le gritaron ¡presidente!, ¡presidente! También aprovechó para reunirse con el cardenal Francisco Robles Ortega, quien ayer dio algunos detalles de su encuentro con el funcionario federal.

El prelado señaló que el titular de la Segob no le ofreció alguna seguridad en especial, luego de que como reveló Robles Ortega, en su periplo por tierras jaliscienses fue detenido un par de veces por retenes de civiles armados. Lo que sí es que López Hernández reconoció que se han colocado esos ilegales retenes (cosa que el gobernador Enrique Alfaro ha negado que ocurra en Jalisco), pero que ya no se han instalado. Claro, mientras el tema está caliente los retiran, para luego colocarlos ooootra vez. Al fin que Alfaro ni se entera.

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Una manifestación callejera suele ser una protesta, la expresión de un derecho a demandar algo. Pues bien, en Jalisco, del 1 de octubre de 2021 al 31 de mayo de 2022; o séase, en ocho meses, se realizaron 552 manifestaciones que atestiguó la propia Secretaría de Seguridad del Estado.

En otras palabras, ocurrieron un promedio diario de 2.27 protestas; la mayoría, 442, en Guadalajara, seguida de Zapopan, Tlajomulco, Puerto Vallarta y de ahí pa’l real. Las inconformidades sociales están a la vista.

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Chiqueada por administraciones trianuales y sexenales, la empresa Caabsa se puso roñosa y le cayeron críticas cual chorros de apestosos lixiviados de un basurero metropolitano. Porque ayer la concesionaria despotricó contra alcaldes y municipios, sostuvo que Guadalajara y El Salto le deben millonarias cantidades; una, por el ajuste de tarifa, y otro debido a que no paga su mensualidad. Y que, pa rematar, aseguró que brinda un buen servicio.

Pa pronto respondió el alcalde de Tlajo, Salvador Zamora, quien decidió no ir a la presentación de los camiones de Caabsa a un lado de la Plaza de Toros Nuevo Progreso. El edil dijo que el evento era una artimaña más de la empresa para seguir mintiendo de que ofrece buen servicio. Horas después, Guadalajara puntualizó que no debe ni quinto a Caabsa por el recorrido que hacen los camiones hasta el relleno “sanitario” de Picachos, en Zapopan. La liga entre alcaldías y Caabsa se estira, se estira, se estira…

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Ahora que legisladores federales de Movimiento Ciudadano andan en Ucrania para, dicen, externar su solidaridad ante la invasión rusa, y aseguran que no es turismo de guerra, pudieron ahorrarse el viaje y trasladarse a Jalisco.

Que se asomen a municipios como Mazamitla, Lagos de Moreno o Teocaltiche, donde los vecinos y fuerzas de seguridad libran guerra cotidiana contra la delincuencia. O, para no ir más lejos, han transcurrido meses y meses sin que, por falta de condiciones de seguridad, el Congreso del Estado convoque a elecciones en Jilotlán de los Dolores. O que visiten las zonas con fosas clandestinas en Tlajomulco y El Salto. Vecinos jaliscienses requieren solidaridad ante la inutilidad de las autoridades para amainar la violencia.

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O que, para seguir moliendo, los legisladores naranjas, acompañen a colectivos de madres buscadoras de desaparecidos, como las de Sonora. Así sabrán lo que es afrontar riesgos ante la negativa e insensibilidad de autoridades policiacas, y tener que correr al escuchar detonaciones cerca de donde cavaban, como ocurrió el viernes en Tlajomulco. Eso es jugarse la vida. Jalisco es zona de muerte, no solo Ucrania.

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