La estridencia medi�tica que viene

2022-10-31 06:00:00

En las últimas semanas hemos comenzado a experimentar los impactos crecientes de un fenómeno de comunicación de alta estridencia. En efecto, el tema de los escándalos mediáticos, así como de los linchamientos digitales, se han establecido como una de las formas de visibilización de asuntos políticos que presentan las diferentes expresiones políticas y que ahora, con los inicios de campañas anticipadas en muchos casos, han hecho uso de estrategias esencialmente de estridencia mediática que coloquen dentro del área de percepción de las audiencias, asuntos más que temas, y personas más que instituciones en el campo de atención de los ciudadanos.

La transformación tecnológica ha sido parte esencial en la diversificación del sistema de la comunicación política contemporánea. Contamos ahora con la convergencia de formas tradicionales y nuevas estrategias de comunicación, a través de las plataformas tecnológicas que permiten una forma diferente de enlace de los mensajes políticos. Podemos observar formas tradicionales de propaganda como la pinta de bardas, cuyos efectos en otras décadas era la de un cierto rango de visibilización, principalmente de los partidos políticos y sus candidatos. Es decir, se colocaba la idea central de la institución partidista que proyectaba un determinado ideario que aglutinaba a una serie de actores, los candidatos, que concretizaban en propuestas menos abstractas el sentido general de la intención de comunicación partidista. El rango de influencia de este tipo de comunicación era más simbólico que efectivo.

La televisión se convirtió, como bien lo había señalado Giovanni Sartori, en un poderoso esquema de transmisión de ideas a través más de un espectáculo que de un debate, la dimensión de proyección política que acentuaba la expresión de personas más que de idearios y de contenidos programáticos de los partidos. Es decir, concentrar la atención específicamente en los personajes más que en las plataformas. El efecto de estas estrategias se multiplicó de forma tal que, siguiendo a Sartori, se eliminaba la dimensión abstracta ideológica y programática de los partidos por incidencias circunstanciales y méritos personales de los candidatos. Precisamente, sobre esta dimensión, la exposición mediática se acentúa en la promoción de los actores y no de las plataformas políticas que los sostienen.

De esta forma, la visibilización de algunos actores se puede desarrollar a través de los escándalos políticos, que se circunscriben en el ámbito de una persona; y la afectación o el sostenimiento de ésta constituye parte del ejercicio de mantener la exposición frente a una audiencia que juzga sobre la persona y no sobre la estructura de la que depende. Actualmente, por ejemplo, en los ejercicios de reconocimiento de los precandidatos de Morena a la Presidencia de 2024, las tasas de reconocimiento de la ciudadanía son bastante precarias. De ahí la necesidad de una mayor exposición de los actores buscando tener más penetración ante las audiencias que serán los futuros electores.

La comunicación a través de las plataformas digitales constituye el ejercicio de más reciente aparición en las estrategias de comunicación política. La falta de una regulación y de un mecanismo de ética de comunicación en ese rubro ha planteado dificultades para establecer estructuras responsables, claras e identificables. Sin embargo, constituyen una realidad contundente entre las expresiones de comunicación política que se ejercen en este momento.

El horizonte de la comunicación política estará fuertemente contendido por personas, circunstancias y acontecimientos que no profundizarán, propiamente, sobre las problemáticas que se van a enunciar; y la claridad de la proyección de las plataformas políticas pasará por una compleja forma en la que dependerá de la audiencia descifrar la diversidad de discursos.

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