La arquitectura como comunicaci�n

2022-11-15 06:00:00

Fray Gabriel Chávez de la Mora, nacido en nuestra ciudad el 26 de noviembre de 1929, con 67 años de ejercicio profesional como arquitecto recibió de la Universidad de Guadalajara el título de Doctor Honoris Causa como reconocimiento a su trabajo arquitectónico, y en la realización de obras pictóricas, escultóricas, de diseño y de artesanías.

El año pasado, en diciembre, recibió el Premio Nacional de Arquitectura entregado por el presidente López Obrador, que otorga la Asociación de Ingenieros y Arquitectos de México.

A mediados de junio de este año recibió el Premio de Comunicación José Ruiz Medrano, quien fuera su maestro en la Escuela de Arquitectura en la materia de estética.

La Arquidiócesis de Guadalajara le entregó este premio por su aportación a la comunicación desde el lenguaje de la arquitectura, que a través de los espacios influye significativamente en la cultura, la liturgia y la espiritualidad, comunicando la simbología arquitectónica de lo útil, lo bello y lo sólido, logrando así una comunicación que abre las puertas a la trascendencia y al espíritu, que nace de una mística humana y religiosa.

Fray Gabriel no quiso ser médico como su papá, ni jesuita como uno de sus hermanos, ni marista como uno de sus tíos. Él creó su propia vocación conjuntando la arquitectura con la vida religiosa.

Considerado como pionero del arte sacro moderno, ingresó en la orden benedictina, tres meses después de presentar su examen profesional, y se tituló con un proyecto para la creación del Centro Parroquial de San José de Analco, donde todo el espacio converge hacia el presbiterio, con el uso de la luz, mezcla tradición y modernidad que caracterizaría esta zona barrial de Guadalajara.

Parte de su vasta obra se puede conocer aquí en Guadalajara en el conjunto parroquial de Nuestra Señora de Bugambilias; en la Parroquia de Santa Vicenta María, en la colonia Lázaro Cárdenas, al sur de la ciudad; en la Parroquia La Madre de Dios, en la colonia Providencia, y en el vitral del Santuario de los Mártires Mexicanos, en Tlaquepaque; así como el Oratorio del cardenal José Francisco Robles Ortega, en su casa de Zapopan. También es parte de su obra el Santuario de Santo Toribio Romo, en Santa Ana de Guadalupe, Jalisco.

Un espacio referente en Guadalajara es el Monumento a la Bandera, en la plaza del mismo nombre. Es un diseño suyo en sus inicios como estudiante de ingeniería civil, que consiste en un zócalo rectangular en el que se asienta la silueta de un águila.

Sintetiza en su obra tres vocaciones: fraile-arquitecto-artesano, creando una nueva iconografía religiosa a partir de incorporar a sus trabajos materiales como madera, lámina de plata, serigrafía, alambrón y el desarrollo de mobiliario y equipo con orientación litúrgica, así fray Gabriel ha creado un estilo litúrgico mexicano.

Todo lo que ha creado surge del conocimiento que posee por su condición de sacerdote benedictino; y con todo el rigor artístico, por su condición de arquitecto; con toda la libertad creativa que heredó en las clases de Mathias Goeritz, Erick Coufal, Silvio Alberti y Bruno Cadore, entre otros.

Para cada iglesia o capilla no solamente construye, sino que reviste el espacio, diseña también las lámparas, los retablos, vitrales, confesionarios, esculturas, viacrucis y demás elementos utilizados en la liturgia. Todo es diseñado de manera integral, en coherencia y armonía.

El rector de la universidad señaló que “la vida monástica no impidió la práctica de la arquitectura en fray Gabriel, sino que fue un arquitecto pleno que, uniendo sus vocaciones y pasiones, lo han llevado a una fructífera conversación con el otro, a una singular manera de abordar el espacio y el empleo de los materiales”.

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