Visibilidad y oficialismo, la pugna por los s�mbolos

2022-11-21 06:00:00

Después de la marcha del denominado 13N, es decir, la marcha de la sociedad civil respecto a lo que se consideró la defensa del INE, una gran avalancha de análisis e interpretaciones específicas de la marcha y, en ocasiones, definitivamente de la metamarcha, es decir, la reconstrucción simbólica de lo que representaba la expresión ciudadana en términos de su conexión con una diversidad, a veces desproporcionada, de asuntos que se asociaron con el contenido, la expresión y objetivos de la marcha.

Hubo solamente un orador en la manifestación del 13N, José Woldenberg, quien en trazos generales expresó la relevancia que en la historia reciente representa el INE (Instituto Nacional Electoral); el papel trascendental para tener elecciones confiables que generen certidumbre ciudadana y, la proyección, a partir del voto y del ejercicio de la ciudadanía, de seguir sosteniendo el modelo democrático en el que nuestro país ha conocido una pluralidad de expresiones en la dirección política nacional, a través de las alternancias en el poder, en todos los niveles de representación y que, a través de una estructura institucional, como el INE, se garantiza un esquema de funcionamiento institucional y confiable.

Las posiciones que se expresaron por parte del presidente de México, antes, durante y después de la manifestación, fueron posiciones partidistas de desacreditación y desprecio por la marcha.

La intención de los diferentes actores que organizaron la marcha, utilizando la misma fórmula que el presidente desarrollaba cuando fue candidato de oposición, buscaron visibilizar el proyecto de un cuestionamiento en el que, sin ser partidos políticos, se asumieron como posiciones interesadas en el debate sobre el tema que la ciudadanía quiso expresar, y a la que se sumaron muchos participantes coincidentes con un planteamiento de interés ciudadano y, organizados como sociedad civil, se expresaron en un espacio público que provocó que esas condiciones de visibilización generasen una recepción de segmentos ciudadanos que de igual forma expresaron su coincidencia de pensamiento.

Al respecto es importante señalar que, a diferencia de otros países, las condiciones y realización de la manifestación estuvieron perfectamente garantizadas y no hubo en ningún momento circunstancias que inhibieran o contuvieran la organización de la misma. El plano simbólico es el que se ha convertido en un escenario en el que han proliferado las más diversas expresiones que van desde las más discretas hasta planos más extremos con calificaciones muy diversas, incluyendo en ese ámbito de participación con calificaciones adjetivas, a la propia Presidencia del país.

El efecto de la dimensión simbólica que se transmite todos los días como parte del ejercicio de comunicación presidencial, definitivamente tiene un efecto multiplicador, en el que no se trata de un derecho de réplica como lo ha señalado en otros momentos el presidente, sino como un elemento de penetración social de alto impacto porque no surgen las declaraciones de una pugna de partidos, sino de la propia Presidencia, órgano de mayor importancia y relevancia en la administración del país.

Con el anuncio que realizó la Presidencia de realizar la próxima marcha en favor de la cuarta transformación, no se trata de una contienda de marchas, porque el llamado institucional, con recursos públicos no se tratará de una visibilización de condiciones ciudadanas, sino más que nada de un ejercicio de fortalecimiento oficial de la línea ideológica del liderazgo presidencial que irrigará un efecto importante para un partido que tendrá elecciones hasta dentro de dos años. En este momento, pues, se trata de la lucha y la conquista de símbolos que marcará el posicionamiento de las marcas políticas, pero la administración del país, sin duda, tendrá que esperar mejores momentos en otros tiempos.

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