Irene Vallejo fue �la rara� durante mucho tiempo

2022-11-29 06:00:00

CURIOSIDAD. En la charla en Mil J�venes Con Irene Vallejo, acompa�ada de Laura Niembro, de inmediato conect� con los asistentes que la invitaron a contar detalles de su vida y obra. (Foto: Jorge Alberto Mendoza)

“Durante mucho tiempo fui la rara”, confesó ayer Irene Vallejo ante jóvenes que acudieron a charlar con ella en el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (FIL). La escritora española contó su historia de acoso y violencia por ser distinta y la de su éxito editorial, El Infinito en un junco, acontecimientos unidos por lo que ella misma llamó “una terquedad en la esperanza que a mí me ha salvado de los problemas, de las puertas que se nos cierran en las narices, de los noes” y de las afirmaciones de que “no eres lo suficiente”.

Con ese tema abrió la charla en Mil Jóvenes Con Irene Vallejo, acompañadas de Laura Niembro, y de inmediato conectó con los asistentes que la invitaron a contar detalles. “Vivimos en una sociedad en la que se presumen los éxitos”, pero se esconden los tropiezos, les aseguró.

Esta sociedad, dijo Irene, es la que invita a ser pragmáticos, a tener éxito con el dinero, proyección social. Por eso, invitó a “romper con esa ficción colectiva que cultivamos a través de las redes. Las redes, que pertenecen al género de la ficción”.

Desde pequeña supo que quería ser escritora. Porque a ella no le apasionaba ser astronauta, sino contar la historia del astronauta e imaginarse lo que encontraba en otros mundos. Además, le provocaba placer ir a la escuela. Porque quería aprender cosas nuevas.

Así se convirtió en “la rara”. Un apodo que le pusieron sus compañeros, los mismos que la agredían físicamente, le rompían o le escondía sus cosas o le escupían el almuerzo. Y ella guardaba silencio, porque creía en ese pacto del recreo en el que no pueden entrar los adultos.

Sus padres eran grandes lectores y eso la conectó pronto con las historias y fortaleció su amor por la literatura. Pero cuando dijo que quería ser filóloga, volvió a ser la rara. Su familia creía que escribir podía ser su pasatiempo y “me invitaban a tomar un trabajo de verdad”. Después de muchos años aceptaron su vocación, aunque lamentó que su padre no alcanzara a ver los frutos.

También fue cuestionada por la aversión de algunas autoridades hacia la literatura. Vallejo afirmó que “los libros son objetos poderosos y ese poder es por el que los amamos tanto y por el que se les odia tanto (…) A través de los relatos se puede desafiar la versión oficial, se aprende a ser inconformista, a armar rebeliones”.

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