Marchas y desgobierno

2022-11-30 06:00:00

El pasado fin de semana tanto en Guadalajara como en la Ciudad de México atestiguamos un fenómeno muy raro, la realización de marchas en apoyo a un gobierno, organizadas por los propios agentes de gobierno, como respuesta a marchas previas en las que un sector de la población demandaba legítimamente una decisión a favor de sus intereses. Ante esto, recordé una pregunta que reiteradamente plantea el doctor Luis F. Aguilar, especialista de prestigio internacional en el tema de la gestión pública: ¿gobiernan los gobiernos?

Ante las marchas mencionadas, me queda claro que, como lo plantea el doctor Aguilar, no toda acción del gobierno es acción de gobierno, y que hay gobernantes que más o menos gobiernan, y otros que no gobiernan, y más bien son causa de desgobierno.

En otras palabras, tenemos autoridades legítimamente electas, que recibieron la encomienda ciudadana de dirigir los esfuerzos de la sociedad para enfrentar de manera efectiva, eficaz y eficiente los grandes retos que nuestro contexto actual nos plantea, pero sus acciones no parecen estar orientadas en ese sentido, sino más bien parecen querer acallar las voces de quienes cuestionan sus decisiones, y demandan una seria rendición de cuentas.

¿Cuál es el problema con eso? Que se cierra la posibilidad de dialogar, de discutir, y de encontrar las vías más adecuadas para la solución de los graves problemas que padecemos. Es decir, lo que está en juego no es el campeonato en un concurso de popularidad, o algo por el estilo, sino el bienestar de la población en su conjunto.

Además, vivimos circunstancias tan complejas que, como ha explicado el doctor Aguilar, ya no se trata de gobernar a la sociedad, sino de gobernar con la sociedad, que es lo que implica la nueva gobernanza pública.

Es decir que, mientras enfrentamos más fuertemente los efectos del cambio climático, que trae aparejada la escasez del agua, la cual, además, está sumamente contaminada en nuestro país, lo que afecta muy especialmente a la población más vulnerable, las mujeres pobres padecen la falta de acceso al agua potable; o mientras ciertos grupos de la delincuencia organizada van tomando el control de cada vez mayores porciones del territorio, y las personas siguen desapareciendo con casi total impunidad, así como continúa a una tasa muy elevada el número de asesinatos, nuestras autoridades electas solo se interesan por demostrarnos, y demostrarse, que siguen teniendo el control de… ¿qué? ¿De la estructura gubernamental? ¿Y?

El ejercicio del poder público sólo tiene sentido, como lo explica el doctor Aguilar, en la medida en que articula el conocimiento generado por la sociedad, sus normas y valores, y las relaciones políticas entre gobernante y ciudadanía, con el fin de organizar los esfuerzos para enfrentar esas problemáticas, atendiendo a su complejidad.

Sin embargo, cuando el uso del poder público solo tiene como fin consolidar al gobernante como el sujeto que ejerce el poder, como el único que toma decisiones, frente a quienes se le oponen, o incluso simplemente proponen otras maneras de hacer las cosas, entonces pierde todo su sentido.

Los títulos de los supuestos proyectos que se encabezan, y los lemas que los acompañan, “Cuarta Transformación” – Primero los pobres, “Refundación” – Nueva relación entre ciudadanía y gobierno, son cascarones vacíos si no se traducen en proyectos reales de gobierno, es decir, en decisiones dirigidas en efecto a solucionar los problemas que enfrentamos, más allá del discurso, y asumiendo que esas decisiones llevarán a entrar en conflicto con quienes más se benefician del actual estado de cosas.

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