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Niños y adolescentes se hicieron presentes en la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara, luego de 2 años y abarrotaron los pasillos, puntos de venta y los auditorios.
La crisis sanitaria por el Covid-19 obligó a los organizadores a suspender en 2020 las actividades presenciales de la feria y a restringir el número de asistentes en la edición semipresencial de 2021.
Este año casi todo fue cercano a como era antes, y eso no solo significa que la feria tuvo un espacio de 3 días destinado solo para compradores, editores y distribuidores del libro, sino que de jueves a viernes este espacio se convirtió en la extensión de cientos de escuelas de educación básica y bachilleratos.
FIL Niños reclamó el espacio que le corresponde desde hace años para recibir a decenas de escuelas que añoraban el espacio destinado a talleres lúdicos y espectáculos de fomento a la lectura.
En fila y agarrados de la mano o muy cerca unos de otros, las niñas y niños bajan del autobús y entran a este espacio en el que predomina el color, los dibujos y los gritos.
La maestra Sianya Reñaga, maestra del Colegio de la Luz, dijo a EFE que este año apartaron su asistencia a la feria desde septiembre para asegurar un lugar.
“Estamos en un país que está en los últimos lugares en lectura donde rara vez un adolescente o un niño lee un libro al mes y mi idea es motivarlos e incentivarlos; para mi la FIL siempre ha sido ese marco donde los niños empiezan a interesarse en la lectura”, expresa.
La noche cae afuera del recinto y los autobuses comienzan a acumularse en las salidas para llevarse a los jóvenes y niños que tendrán mucho que leer mientras esperan la siguiente FIL.
jl/I
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