Inutilidad

2023-01-05 06:00:00

Cuando una frase se repite decenas de veces pueden pasar dos cosas: o realmente quienes la oyen comienzan a creer en ella o termina por convertirse en palabras huecas, sin significado, sin sentido, sin relevancia.

En los últimos años nos han repetido hasta el hastío que “se va a reforzar la zona limítrofe del estado”. No importa si lo dice el gobernador de Jalisco o lo dicen aquellos otros gobernadores de aquellos otros estados con los que Jalisco comparte esas “zonas limítrofes”.

El cinismo de la repetición ya suena a burla. Una burla dolorosa.

“Anuncian estrategia…”, “Acuerdan reforzar…”, “Reforzarán acciones…”, “Llegan a reforzar…”, “Firman convenio para reforzar…”. Y podríamos seguir y seguir con un simple vistazo digital en la hemeroteca virtual de cualquier medio de comunicación o en cualquier motor de búsqueda de los que ofrece internet.

El desdén de la repetición ya suena a burla. Una burla ridícula.

Los agujeros negros, dice la Astronomía, tienen una fuerza gravitatoria tal que nada es capaz de escapar de ellos. En el imaginario general y muy influenciado por la cultura pop se les representa como puntos devoradores. Así, no me cabe la menor duda de que el titular utilizado por el periódico El País justo este miércoles “El agujero negro de la violencia en México” –tras la desaparición (y no localización) de tres mujeres y un hombre en la carretera que conduce de Jerez, Zacatecas, a Colotlán, Jalisco– podría reflejar cómo la inseguridad ha engullido todo aquello a su paso en este país.

El afán de la repetición ya suena a burla. Una burla despiadada.

El caso reciente de estos cuatro jóvenes (las hermanas Viviana y Daniela Márquez Pichardo, el prometido de esta última, José Gutiérrez Farías, y la prima de las chicas, Paola Vargas Montoya) ha vuelto a poner en entredicho la capacidad de las autoridades para vigilar las carreteras que atraviesan los estados, en ocasiones con reconocimientos tan livianos que causan terror.

Un ejemplo fue la declaración del secretario de Seguridad de Zacatecas, Adolfo Marín, quien literalmente dijo: “Hemos tenido un poquito de problemillas que se van solucionando; las autoridades trabajan en las líneas de investigación”.

La desvergüenza de la repetición ya suena a burla. Una burla grotesca.

Pero es que basta hacer un recuento de algunos casos recientes de violencia en los linderos de Jalisco para darnos cuenta de que este abandono tiene ya varios años.

A finales de septiembre de 2021, seis indígenas de la comunidad wixárika de Mezquitic (incluidos dos menores) desaparecieron cuando viajaban de Calera, Zacatecas, a su municipio natal. Sus familiares perdieron comunicación cuando atravesaban Monte Escobedo. Días después, en diferentes puntos y circunstancias, los trabajadores agrícolas fueron encontrados sin vida, asesinados.

Iniciando julio de ese mismo año fueron asesinados en el municipio de Valparaíso dos tripulantes de una ambulancia (un pasante de Medicina de la UAG y el conductor del vehículo de la Secretaría de Salud Jalisco) cuando volvían de Fresnillo, Zacatecas, a Huejuquilla el Alto después de haber hecho el traslado de un paciente.

En febrero pasado, tres jóvenes ingenieros (una mujer y dos hombres) desaparecieron cuando viajaban de Guadalajara a Tancítaro, Michoacán, por motivos de trabajo. Lo último que se supo de ellos es que estaban ya en tierras michoacanas, pero que no en la localidad a la que iban. Hasta ahora nada se sabe de su paradero.

Estamos a sólo unos días de que se cumplan dos años de la desaparición de Wendy Sánchez. Ella viajaba, el 9 de enero de 2021, en su camioneta de San Francisco, Nayarit, a Guadalajara. Su familia y amigos denunciaron en más de una ocasión cómo las fiscalías de ambas entidades se fueron desafanando de la búsqueda. #TeBuscamosWendy sigue como una marca indeleble en un estado en el que las personas desaparecidas se cuentan por miles.

La vacuidad de la repetición ya suena a burla. Una burla indolente.

Una burla.

Twitter: @perlavelasco

jl/I

 
Derechos reservados ® ntrguadalajara.com