La guerra que permanece aqu�, aunque est� lejos

2023-02-28 06:00:00

A un año del inicio de la invasión rusa a Ucrania no se tiene claro quién está ganando la guerra. A nivel humano, la población ucraniana es la que más ha perdido. A nivel militar, los avances y retrocesos de la situación en la línea del frente, distorsionados por la propaganda de ambos lados, no permiten tener una imagen clara.

Para el sociólogo Emanuel Todd, el mundo es mayoritariamente patriarcal y el neoconservadurismo ruso-ortodoxo, en materia de moral y costumbres como patria, familia y religión, es mucho más comprensible que la revolución occidental LGTBQIA+.

Todd señala que hay una pérdida general de conexión con el mundo real que el neoliberalismo ha generado en occidente, donde el estilo de vida reduce la igualdad a la igualdad de género y el género a una cuestión de libertad de elección.

Por otro lado, señala que Estados Unidos no tiene una estrategia para el nuevo mundo del siglo 21. No se prepara para los cambios que están en marcha, sólo los resiste militarmente. Su estilo de vida ya no es el “número uno”.

En este contexto, un año después de la guerra, los europeos están a favor de un final inmediato del conflicto entre Ucrania-Rusia, aunque Ucrania pierda territorios. Según una encuesta realizada por Euroskopia, 48 por ciento de los residentes de los países europeos apoyan esta alternativa. Por un final rápido del conflicto lo pide Austria: 64 por ciento de los encuestados. El 60 por ciento de los alemanes también quiere que los combates terminen lo antes posible. El 54 por ciento de los habitantes de Grecia, 50 por ciento de los ciudadanos de Italia, 50 por ciento de la población de España y 41 por ciento de los portugueses desean ya el final de la guerra. Para Ucrania, lo urgente no es no “ganar la guerra”, sino al menos “no perderla”.

La Unión Europea impuso 10 mil 300 sanciones a Rusia. Estas sanciones deberían ayudar a Rusia a perder la guerra, o al menos o desmantelar, paso a paso, la capacidad industrial de Rusia. Pero la economía rusa no colapsó. Las fábricas de armas rusas están funcionando a todo gas, los altos salarios de los soldados contratados atraen a los miles de pobres de las regiones más lejanas del país.

Para los especialistas en derechos humanos, la UE perdió protagonismo y credibilidad en este conflicto, porque vive más bien en el reino de la imagen de los “valores europeos”, con un uso selectivo de políticas de derechos humanos, que ya no impresionan a los no occidentales. Pareciera que el mundo, está harto de la hipocresía y la doble moral europea.

Una de las conclusiones, a un año de esta guerra, es la irrupción del mundo digital, con la nueva conciencia de que la libertad que nos dan los medios digitales es una falsa libertad, que todo está controlado por algoritmos que nos empujan en ciertas direcciones.

El horror antes era que, en los tiempos del totalitarismo, al menos se sabía que estábamos controlados. Ahora, lo terrible es que donde crees que eres libre, eres controlado, regulado y manipulado. La falta de libertad más penosa es la que experimentas como libertad.

El escritor israelí Yuval Harari aporta que el peligro inmediato es que las computadoras no nos controlen directamente, sino que habrá personas que controlarán las computadoras y otras que serán controladas por ellas. La lucha social sigue ahí.

Otra conclusión de esta guerra es que se han develado dos tipos de capitalismo, el autoritario y el populista, contra la democracia liberal estándar. Trump, que quiere regresar al poder, dijo que si el pueblo es traicionado por las élites, tiene derecho a tomar el poder con violencia. En este sentido, no debemos subestimar el impacto de la propaganda rusa en el sur de América Latina.

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