Verificaci�n, el s� y el no

2023-03-05 06:00:00

No dudo que el programa de verificación sea un instrumento valioso para garantizar cumplir el límite de emisiones, mediante la medición precisa de los contaminantes que emite cada automóvil y la sanción correspondiente, además de una aportación necesaria (aproximadamente 120 de cada 500 pesos) que, bien canalizada al Fondo Ambiental, sin duda compensaría algo del enorme impacto negativo que el uso del auto acarrea. 

Pero una verificación aislada, sin conexión a los ejes de salud pública o de cambio climático, y con mensajes contradictorios sobre el uso del auto, se le minimiza, y lo que es peor, se le expone a ser desacreditada. Y eso ha hecho el gobierno del estado de forma reiterada. 

Su política de comunicación es equivocada (el desprecio a los medios de comunicación no tiene poco que ver), pero peor incluso: su política ambiental también lo es en este tema. La verificación se ha manejado discursivamente sin integrarla a una política que elimine la enorme motorización que afecta a la metrópolis o al gran tema que es la expansión urbana. 

Como lo ha dicho de forma muy pertinente el investigador del ITESO Héctor Castañón, es un programa que parece realizado para favorecer al mercado de automóviles nuevos: tu auto es viejo, no pasa el examen de emisiones y no tienes otra alternativa que comprar un modelo nuevo, pues la opción de la movilidad masiva está acotada, no abarca 25 por ciento de la superficie de la ciudad y, en todo caso, no es garantía de un servicio óptimo, por más esfuerzos reales que se hayan hecho al respecto. 

Pero bien pensado, sí hay una opción verdadera: cambiar el auto viejo por una motocicleta. Ya ha estado pasando; se calcula que hay 400 mil unidades de este tipo. Su impacto en salud pública y en riesgos es considerablemente mayor al de los autos. A menos que se adquiriera tecnología nueva, que la hay, para moto eléctrica. Queda claro que el estado no se puede hacer a un lado cuando hablamos de estratos sociales sin recursos económicos para buscar modelos nuevos. Un millón de autos viejos, como lo documentamos en El Diario NTR, están en la circunstancia de que se deberán chatarrizar, y la oferta de gobierno es: o usas transporte público o usas bicicleta o te compras la motocicleta… o te financiamos un vehículo nuevo, siempre que seas un pequeño empresario (una parte mínima de ese millón). 

¿Por qué sí debe haber verificación? El automóvil es sumamente contaminante incluso en motores recientes. Su eficiencia en combustión no rebasa 50 por ciento. En consecuencia, su impacto a la salud humana es enorme. Debe pagar por ese impacto, mucho más que una verificación: deberíamos establecer tenencia verde y quitar subsidios a las gasolinas, que son delirantemente altos y distraen miles de millones de pesos de presupuesto federal. 

Pero esos recursos ahorrados o cobrados deberían aplicarse a proyectos e infraestructura verde; a más, muchas más áreas verdes, y a hacer realidad lo que hasta hoy es solo demagogia: frenar los proyectos de expansión de la ciudad y a favor del auto. Cosas como el segundo piso de López Mateos y la línea 4 del Tren Ligero (que detonará el desarrollo de miles de hectáreas hoy en breña) son contrarias a la ciudad compacta; que me perdone el gobernador que quiere vender la línea 4 como otra cosa. 

Terminar la línea 2 de tren a Tonalá, por oriente, y a San Juan de Ocotán por poniente, y una línea 4 de Minerva a San Agustín. Eso sí habría sido un proyecto de alto interés público, y no solo de los desarrolladores privados que conoce desde que fue regidor en Tlajomulco, hace ya casi 20 años. 

Tal vez ese juego de intereses, sumado a un gobierno autoritario que odia la comunicación pública porque no la puede controlar, expliquen la apariencia de esquizofrenia en las políticas de crecer/decrecer, expandir/compactar, movilidad mecánica/combustión. Es un río revuelto, y en esos, siempre ganan los pescadores. 

Twitter: @agdelcastillo

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