El D�a del Maestro

2023-05-15 06:00:00

Al profesor Daniel H. Sánchez Velasco

 

¡Ayer fue el Día del Maestro! Lo sigo con cierta tristeza por lo que ha sido hoy y la nostalgia de lo que llegó a ser hace muchos ayeres.

Tengo recuerdos vívidos de la búsqueda que había desde días antes para encontrar un buen presente para mi profesora. No era fácil, pues recursos había pocos y las ganas de halagar y agasajar eran muchas. Supongo que los comercios debieron resentir cuando el entusiasmo de los alumnos por festejar a sus preceptores en ese día comenzó a menguar. ¿Sería en los 70? El caso es que ayer padecí un ataque de añoranza y hasta observé que, al menos en las escuelas que me topé, no había señal alguna de celebración.

Supongo que, gracias al poder de sus sindicatos, los profes gozaron de un día de asueto. Llegué a pensar que seguramente hoy, al reincorporarse a sus labores se encontrarían con una suerte de apapacho. Me temo que no ha sido así.

Lo grave del caso es que la antaño enaltecida figura de los docentes se ha venido abajo. Se trata de una sociedad desagradecida con quienes forjan como es debido a los ciudadanos de mañana o, tal vez, que la conducta pública del magisterio no ha estado en las últimas décadas a la altura de lo que la sociedad suponía. También, es cierto, la gente ha dejado de valorar el quehacer docente. “Haiga sido como haiga sido” es que el magisterio no tiene ya, en el ánimo general, la categoría de antes.

Dicho de otra manera, la educación no tiene ahora en el conjunto social el prestigio que, aun siendo mucho más modesta, llegó a tener.

Al parecer, dicen los expertos, actualmente la preocupación es saber lo indispensable para ganar en vez de aprender lo requerido para convivir. Recuerdo que antiguamente se insistía en que el deber de los educandos era entendido para formar hombres y mujeres útiles a la sociedad, en tanto que ahora las instituciones de postín lo dicen con todas las letras, su preocupación es la de “forjar líderes”; es decir, en vez de procurar una sociedad más igualitaria o menos dispareja aunque sea, un amplio sector de la educación privada, en todos los niveles, le hace creer a los padres de familia que sus hijos serán superiores.

Puede decirse que, el precepto aquel de “el respeto al derecho ajeno”, por ejemplo, en nuestras clases medias y altas se ha convertido en un “haz lo que te convenga y los demás que se fastidien”.

¿No creen ustedes que este es un principio que explica en buena medida la falta de armonía social que padecemos? Hay pedagogos que aseguran que ahí está la base de la creciente violencia cotidiana que, al parecer, resulta imposible de controlar. El empobrecimiento de sectores medios y relativamente bajos de la sociedad a que ha dado lugar esta política económica “neoliberal” o, por decirlo en términos nacionales, “neoporfirista”, no cabe duda de que es una fuente de malestar difícil de contrarrestar.

La falta de entusiasmo para celebrar el Día del Maestro como solía hacerse parece ser un síntoma del grave deterioro de la sociedad que puede acabar llevándonos a un auténtico despeñadero.

De cualquier modo, aprovecho este espacio para, al menos desde mi trinchera, reconocer la labor docente de aquellos profesores con verdadera vocación, a esos que realmente trabajan en pos de construir seres humanos de bien, útiles para el mundo. A todos ellos:

¡MUCHAS GRACIAS!

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