Arbitrario rebautizo

2023-06-26 06:00:00

Cambiar la nomenclatura de calles de buenas a primeras, en especial sin un estudio adecuado y, sobre todo, sin el concurso de la opinión de la ciudadanía, en especial de aquella a quien más le atañe, constituye un acto de prepotencia y arbitrariedad que refleja sentimientos antidemocráticos y antipatrióticos de quien los lleva a cabo.

¿A santo de qué le fue cambiado el nombre al parque que, desde hace más de tres décadas, se ha llamado “de la Solidaridad”?

En este caso, dicho bautizo no era, como sí lo es la mutación actual, un simple capricho, por no decir un verdadero desfiguro. El dicho parque se inauguró oficialmente la mañana del 18 de julio de 1991, pocas horas antes de que diera comienzo la primera Conferencia Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, misma que atrajo a nuestra ciudad a más líderes políticos que nunca en la vida.

De ello quedaron también sendos testimonios en un muro del Instituto Cabañas, donde se llevaron a cabo los trabajos de los asistentes, y en un prestigiado hotel de nuestra ciudad, sito en la carretera que nos lleva a Tequila, donde se realizó su reposo.

De hecho, el nombre completo del parque fue, precisamente, “de la Solidaridad Iberoamericana”, pues era tal el espíritu de dicha conferencia. Recuérdese que había derivado de los trabajos de la Conferencia de Comisiones Nacionales Conmemorativas el Quinto Centenario del Encuentro de Dos Mundos, que durante casi todos los años ochenta había bregado por un entendimiento equitativo entre los mal llamados “descubridores y descubiertos” o, mejor dicho, “conquistadores” y “conquistados”.

Vale señalar que el trabajo de los comisionados mexicanos, encabezados por Miguel León-Portilla, fue capital para consolidar la idea de “encuentro” en vez de “descubrimiento”, para fomentar la concordia que se requería en el tiempo presente, aunque con muchas ganas reprimidas… pues a los dichos mexicanos, por ejemplo, y a muchos otros, nos habría encantado hablar también de crímenes, asesinatos, expoliación, epidemias y salvajes sometimientos cuyos daños todavía sobreviven en lo que José Martí definió como “Nuestra América”.

En fin, la situación internacional llamaba a la armonía y así se hizo.

El trabajo mayor fue realizado al alimón por el ministro de exteriores español Francisco Fernández Ordóñez y el comisionado mexicano por Tlatelolco, aunque éste fue borrado del mapa por el nuevo gobierno encabezado por el entonces llamado “PPS” (pinche pelón Salinas).

Comoquiera la reunión fue un gran éxito y dejó los mejores augurios, aunque luego, en parte gracias a las metidas de narices y patas del rey de España, y algunos desplantes de jefes de Estado latinoamericanos se fue enredando y se ha ido diluyendo.

De cualquier manera el relumbrón de Guadalajara fue mayúsculo, de lo cual quedaba el testimonio del Parque de la Solidaridad, cuyo nombre fue tirado por la borda y, lo que resulta peor, para ponerle otro que, más bien, es motivo de vergüenza de los queretanos, pues el tal Luis Quintanar, un verdadero pillastre, nació en San Juan del Río en fecha desconocida.

El hombre militó y ascendió a las órdenes de Iturbide contra los insurgentes, vino a la provincia de Guadalajara en representación del emperador Agustín I, mas a la caída de éste se acomodó con jaliscienses para no perder el empleo y ahora se le enaltece como creador del estado libre de Xalisco, cuando en realidad fueron miembros de la diputación provincial de Guadalajara quienes dieron el golpe de cambiar su nombre por el de congreso del Estado Libre de Xalisco el 16 de junio de 1823.

Si hubieran leído el librito que publicó el INAH para celebrar el aniversario 150 de Jalisco, en 1973, es posible que no hubieran cometido tal desacato.

Valdría la pena que el gobierno de Jalisco actual se asesorara de verdaderos historiadores y no de un curita reaccionario, totalmente desconocido entre los académicos mexicanos, ágrafo y “ajonjolí de todos los moles”, cuya “ignorancia enciclopédica” se desparrama por muchos campos.

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