El Sal�n de la Fama del beisbol mexicano

2023-09-25 06:00:00

A Lucy y Fernando Kuri

 

Mientras el futbol decae por obra y gracia de su corrupción, preferencias arbitrales y su tendencia al monopolio, que por cierto ha dado lugar a los mayores ridículos internacionales que los aficionados no se merecen, el beisbol va recuperando la gran presencia que tuvo antaño.

No lo podemos decir por Jalisco que ya enseñó el cobre en la liga de verano, pero en el resto del país el llamado, no sé por qué, Rey de los Deportes, va recobrando terreno en el ánimo de la población. Una prueba de ello es que los partidos tanto de la Liga Mexicana como de la del Pacífico han vuelto a las pantallas de televisión.

Quienes jugamos beisbol de jóvenes, allá en el parque del Seguro Social, cuando apenas estrenaba ese nombre, al mediar los años 50, estamos encantados con ello.

Nos entristece, sí, que los Mariachis no levanten cabeza, pero nos place que los Charros han oído con frecuencia sonar la campana de la victoria…

De acuerdo con este renacido entusiasmo, en mi reciente viaje a Monterrey con fines académicos me dio un gusto infinito que una queridísima anfitriona me llevara, sin previo anuncio, a visitar el nuevo Salón de la Fama del beisbol mexicano.

Se creó al comenzar los años 70, adosado a la gran cervecería de Monterrey, donde tuvo mucho que ver Eugenio Garza Sada. Con los años y el gran desarrollo urbano, quizás excesivo, dieron lugar a que la industria tuviera que mudarse a un sitio más apartado y la dicha cervecería fuese rehabilitada espléndidamente para darle una mayor cabida al referido Salón de la Fama, en el que se reúnen tan buenos recuerdos para los aficionados al beisbol, lo mismo de antaño que hogaño.

Yo diría que es un lugar imprescindible para quienes visitan la capital de Nuevo León que, por cierto, no tiene mucho para enseñar.

El Salón de la Fama no es un lugar tan solo para alimentar la nostalgia al reencontrarnos con los grandes jugadores de antaño que se ganaron el mérito de pertenecer a dicho cónclave. Con mucho tino lo dotaron de instalaciones para provocar y promover el amor a dicho deporte en los niños y jóvenes que lo visitan, de manera que se trata también de un sitio proclive para la comunión familiar. Su domicilio es Gregorio Torres s/n., en el centro de la dichosa Sultana.

¿Por qué está en Monterrey el Salón de la Fama? Así lo decidió la familia beisbolera hace muchos años. ¡Por algo sería!

El actual director es el ingeniero Francisco Padilla, quien encargó al historiador especializado en el tema, de nombre Horacio Ibarra Álvarez, que tuviera a bien guiar nuestra visita.

El conocimiento de don Horacio es impresionante, de manera que, al interés natural del itinerario, se agregó el placer de una verdadera cátedra sobre el tema. Podríamos decir que su saber contempla, como se decía antaño, “desde los tiempos más remotos hasta nuestros días”. El diálogo con el hombre resultó indeleble.

Créanme que la visión del beisbol cambia por completo de tanto que se enriquece, después de visitar este museo, al tiempo que regocija ver cómo los menores gozan y se interesan en el referido juego después de utilizar sus instalaciones lúdicas.

Ojalá que en Jalisco acabe de consolidarse la era moderna de este deporte, para disfrutarlo todo el año y no solamente en la temporada invernal.

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