Teocaltiche es un símil de la mayoría de municipios de Jalisco. En menor o mayor grado su situación es parecida a lo que ocurre, si no en todos, sí en una dimensión alarmante. Una de las diferencias es que en el pueblo de los Altos se visibilizó hasta dónde en una localidad están profundamente enraizadas las células de grupos delictivos, la tecnología que utilizan, la infraestructura urbana que las alberga, las complicidades ocultas y la impunidad que los ha protegido, el poderoso armamento de que disponen, su capacidad para operar y enfrentarse a las autoridades y a sus enemigos en la disputa por el mercado, la formación de una parte de sus integrantes para producir artefactos de guerra, y el sometimiento y terror impuesto a los habitantes.
Lo que ocurre en Teocaltiche es un ejemplo de hasta dónde las autoridades se han hallado rebasadas, sin poder contener la violencia que como bola de nieve arrasa con todo. El operativo de las fuerzas de seguridad se topó con un grupo delictivo que controlaba vida y muerte en ese municipio, que ha cometido desapariciones y crímenes, conformado no por unos cuantos delincuentes, sino por redes tejidas en diferentes niveles que actuaban sin ser tocadas. En el municipio opera una estructura alterna de poder que no ha sido desmantelada.
Durante los días recientes de sorpresa en sorpresa hemos sido informados, a cuentagotas, de manera superficial, sin análisis de contexto, sin explicaciones, cómo un grupo delictivo pudo enquistarse en el municipio y, por ende, en esa región que trasciende a Jalisco e incluye a Zacatecas y Aguascalientes, y el resto de los Altos. Porque las delimitaciones geográficas no existen para los grupos delictivos. Pasan de un lado a otro, sin mayores problemas.
Que en la cabecera municipal de Teocaltiche detectaran cuatro fincas con equipo de videovigilancia desde el que podían vigilar lo que sucedía en el pueblo y carreteras, túneles que comunican a diferentes puntos, drones habilitados para arrojar granadas al enemigo, talleres para fabricar explosivos, equipo táctico, vehículos robados, motocicletas, armamento y miles de balas; y no solo eso: que en la comisaría descubrieran que cinco policías tenían antecedentes penales, uno de ellos con un proceso por el delito de desaparición forzada; que otros seis no aprobaron la prueba de dopaje y que un oficial tiene una orden de aprehensión en Guerrero, fue el colmo. ¿Cuánto tiempo pasó sin ser descubiertos? Las tareas de inteligencia son nulas.
Por donde se vea, el municipio y la región enfrentan una crisis de inseguridad que golpeó al conjunto de instituciones, incluidas las políticas y sociales. La violencia sumió a la zona en un torbellino que nadie quiso, pudo o logró impedir.
Por lo asegurado y descubierto en Teocaltiche durante el operativo del Ejército, la Guardia Nacional y la Policía Estatal es posible inferir por qué en ese municipio alrededor de 700 habitantes debieron desplazarse y dejar sus ranchos y comunidades el año antepasado, luego de los enfrentamientos entre bandas delictivas que se disputan el territorio. O los numerosos actos de violencia que contra habitantes y autoridades obligaron a que la comunidad pacífica solo viera, callara y siguiera su vida con disimulo y miedo, ante un enemigo enraizado que es su vecino y su amenaza.
El operativo exitoso hasta ahora en Teocaltiche, de las fuerzas de seguridad, debiera dejar numerosas lecciones. También podría dar pie a diversas acciones en pro de la paz, de la educación de los jóvenes, del fortalecimiento de la cultura, de garantizar la tranquilidad a la población, de diseñar nuevas medidas que puedan trasladarse a otros municipios y regiones. Porque la situación descubierta en Teocaltiche se reproduce en otros municipios. Si bien la penetración en esas localidades no ha quedado totalmente al descubierto, sí existen las suficientes evidencias e indicios de que ahí el poder de la delincuencia ya no es paralelo, sino que está por encima de las alcaldías y los gobiernos estatal y federal. Soterrado, pero ese poder sigue operando.
X: @SergioRenedDios
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