El 8M es la manifestación que en los últimos años convoca a la mayor cantidad de participantes en Guadalajara, la llamada “marea violeta” reúne a decenas de miles de personas –principalmente mujeres– para hacer memoria de las luchas históricas por la igualdad y el reconocimiento pleno de derechos.
Las diversas causas que se abrazan y se visibilizan en la jornada se vinculan a exigencias de justicia, a la no discriminación, por la inclusión, el reconocimiento a la diversidad, al trabajo doméstico y de cuidados; destaca particularmente la necesidad de vivir con seguridad y que se garantice el acceso a una vida libre de violencias.
La marcha del 8M en Guadalajara abraza también en su accionar colectivo a madres y familiares de personas desaparecidas, son el contingente central de la movilización que inicia en el Centro Histórico de Guadalajara hasta llegar al espacio resignificado como Glorieta de Personas Desaparecidas. Es difícil describir las emociones colectivas que se generan al tomar la calle, ante una fuerza joven que exige, cuestiona, alza la voz y se rebela por el orden social en el que prevalecen exclusión y desigualdad para las mujeres.
Consignas como “¡vivas nos queremos!” tienen todo el sentido cuando la expresión más brutal de violencia contra las mujeres es privarlas de la vida por cuestiones de género. En Jalisco, el feminicidio se tipificó en septiembre de 2012, el primer delito que se investigó así fue el la Maestra Imelda Virgen, profesora de la Universidad de Guadalajara y cuya familia tuvo que enfrentar un largo proceso para demandar justicia; la sentencia definitiva llegaría 10 años después.
Cada vez que ocurre un feminicidio en Jalisco, hay enfrentar a un sistema de justicia que es lento, burocrático, revictimiza y en el que hay juzgadores que carecen de perspectiva de género, a pesar de que existe un protocolo específico bajo el cual debieran orientar su actuación.
No existen mecanismos efectivos de atención a las infancias huérfanas por feminicidio es la sociedad civil en instituciones como el Comité de América Latina y el Caribe para la Defensa de los Derechos de las Mujeres (Cladem) quien realiza acciones como colectas para útiles escolares, acompañar el 30 de abril o llevarles un regalo navideño a niñas y niños que perdieron a su mamá por la violencia feminicida.
En esta jornada del 8M, la indignación es latente por el reciente asesinato de tres mujeres, dos de ellas en plena jornada laboral y dentro del plantel educativo en el que trabajaban; la sociedad jalisciense ha vivido una y otra vez un duelo social ante homicidios como el de Vanessa Gaytán (2019) afuera de casa Jalisco o Luz Raquel Padilla (2022), según información del periodista Edgar Flores (NTR Guadalajara, sept. 2023) en la actual administración habría 918 víctimas de feminicidio y homicidio doloso contra mujeres, pero solo existen 54 sentencias condenatorias.
Visibilizar las injusticias, tomar el espacio público, compartir en redes, cada una desde su espacio debemos sumar a la exigencia de igualdad, justicia, derechos laborales y una vida libre de violencias en la jornada del 8M.
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