Los hechos de Key Biscayne gana el premio Herralde de Novela

2025-04-06 11:27:17

(Foto: Agencia EFE)

En la narrativa de Xita Rubert hay sueños transcritos, recuerdos desdibujados y una isla que se le pegó al alma: Key Biscayne, escenario central de su más reciente novela Los hechos de Key Biscayne (Anagrama, 2024), obra ganadora del Premio Herralde de Novela, compartido ex aequo con la chilena Cynthia Rimsky.

A sus 29 años, la autora catalana –hija del filósofo Xavier Rubert de Ventós (1939-2023)– reconoce que la ficción a menudo le sirve como una forma de exploración de lo que no puede entender del todo. “Durante muchos años estuve tratando de escribir otras historias y aunque esta es una ficción, se me pegó al alma, como las memorias reales que regresan y no te abandonan”, confiesa en entrevista con EFE.

La novela, escrita mientras su padre agonizaba, está atravesada por una sensación de despedida. En el centro de la historia está la relación entre una hija y un padre, Ricardo, un personaje quijotesco que emigra de España a la isla estadounidense con sus hijos, y cuya figura parece rebelarse constantemente contra lo que se espera de un padre.

“Quería escribir sobre un padre que es todo lo contrario a la imagen tradicional y, sin embargo, parece que todo le sale bien. En su propia anarquía, uno espera que se muera o que le pase algo”, relata Rubert. “La narradora sabe que algo va a terminar, y mientras esté viva, tiene que retratar toda esa imperfección como si hubiera luz”.

Una ficción elástica y brujesca

Estudiante de doctorado en Princeton, Rubert defiende una literatura nacida de lo elástico, lo exagerado y lo ambiguo, donde lo que “pudo haber pasado, pero no ocurrió” adquiere una fuerza reveladora. “Estirar lo real te permite mostrar algo que la realidad no te dio. Es el elemento reflexivo del novelista”, explica.

La autora reconoce que su novela dialoga más con el canon literario latinoamericano que con la narrativa española contemporánea. “Me han dicho que mi literatura no parece española. América Latina tiene una tradición que conecta lo vivo con lo muerto, con lo que dejamos atrás, y eso me interesa profundamente”, asegura.

Entre sus afinidades literarias menciona a la ecuatoriana Mónica Ojeda, otra escritora que transita los márgenes de lo sobrenatural, lo oscuro y lo íntimo.

Key Biscayne: entre la memoria y el símbolo

Aunque Rubert vivió en Key Biscayne a los 20 años, al reconstruir sus recuerdos para la novela, admite no poder distinguir del todo qué fue real y qué fue inventado. “Esa isla estaba atormentada por terremotos, inundaciones y microsociedades extravagantes: mafiosos armados, niñas disfrazadas de adultas… No logro desentrañar lo que realmente sucedió”.

Para Rubert, la isla ha dejado de ser un simple lugar para convertirse en un símbolo de un Estados Unidos en transición. “Escribí sobre el país de hace 15 años, cuando había un cierto optimismo con Obama, pero también rincones muy conservadores en Florida. Es como si Key Biscayne hubiera dejado de ser una isla para volverse un emblema del país actual”.

Tras el reconocimiento del Premio Herralde y el creciente interés por su obra, traducida ya al portugués, Rubert sigue escribiendo con el mismo impulso: como quien persigue un sueño que se resiste a desvanecerse.

GR

 
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