Globalizaci�n sin los Estados Unidos

2025-04-06 06:00:00

La retórica predominante durante medio siglo, que se enseña en la mayor parte de las escuelas de economía y de administración, y que es enarbolada por la mayor parte de los discursos empresariales y gubernamentales, promueve el “libre mercado”, la reducción del Estado, la globalización y los intereses individuales de ficticios empresarios y consumidores. Esta visión ha sido promovida por las empresas, universidades y gobiernos estadounidenses y adoptada acríticamente (salvo honrosas excepciones) en la mayor parte de sus contrapartes en México.

Tal retórica se ha considerado irreversible cuando genera grandes ganancias a quien la promueve, lo que llevaba a decir que en la globalización “no hay marcha atrás”. Sin embargo, la historia es terca y se niega a aceptar los caricaturescos mensajes del libre mercado. Ahora resulta que el gran promotor de la liberalización y de la globalización, el gobierno norteamericano, se convierte en su acérrimo opositor. ¿Cómo fue esto posible?

Al término de la II Guerra Mundial, cuando Trump era niño, los Estados Unidos adquirieron el reinado de la economía mundial, pero gradualmente los fueron alcanzando en productividad japoneses y alemanes (especialmente en automotriz y altas tecnologías). Luego vinieron los tigres asiáticos (Corea del Sur, Taiwán, Hong Kong y Singapur) y posteriormente el gigante económico chino, secundado por la India, Malasia, Indonesia, Vietnam, Tailandia, etc. Los Estados Unidos siguen siendo el gran comprador, pero ya no el gran productor del mundo; es el único país que puede comprar mediante cheques sin fondos; es decir, en una moneda sin ningún respaldo real: el dólar (desde la inconvertibilidad del dólar en oro, en 1971).

Lo anterior ha llevado a Estados Unidos a acumular grandes déficit comerciales con la mayor parte del planeta. El problema NO es que tengan el dinero para seguir comprando (finalmente pueden seguir imponiendo sus dólares), sino que cada vez más los consumidores norteamericanos prefieren productos importados (aunque en gran parte de empresas norteamericanas en el exterior), afectando la producción “made in USA”, el empleo y las finanzas gubernamentales.

Es entonces que el campeón del libre mercado se torna en su contrario. Quienes nos tragamos el discurso de la liberalización extrema nos convertimos en los más vulnerables. México está atado a la potencia en decadencia.

¿Esto supone el fin de la internacionalización de los mercados de bienes, capitales y dinero? Paradójicamente, NO. Los aranceles de Trump impulsarán un gran salto en la búsqueda de nuevos mercados por parte de la mayor parte del resto del planeta: un nuevo acuerdo comercial y frente común entre China, Japón y Corea del Sur; un fortalecimiento de los BRICS, nuevas posibilidades de comercio Europa-Asia-América Latina-África-Oceanía, etc.

Por ahora, México y Canadá se han salvado relativamente, pero la incertidumbre permanece. La respuesta de los 18 puntos de Sheinbaum ha sido aplaudida, pero su viabilidad financiera depende de un cambio fiscal importante que no sería del agrado de los dueños del dinero de este país.

En Estados Unidos, puede haber recesión, mayor inflación e inestabilidad política. Parece que la iniciativa MAGA, Make America Great Again, se convierte en una iniciativa MALA: Make America Little Again.

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