Hace unos días el Servicio Meteorológico Nacional informó que en gran parte del territorio nacional, como en Jalisco, experimentaremos temperaturas de hasta 45 grados Celsius en esta temporada y que nuestro país será afectado por cinco olas de calor.
Esto hace sentir los efectos del calentamiento global, pero también nos hace más conscientes de que Jalisco está atravesado por ecosistemas de climas áridos, de ahí que sus especies (menos los humanos) sepan administrar el agua y hayan aprendido a lidiar con los incendios.
Los pronósticos señalan que habremos de esperar menos lluvia en Jalisco, lo que significa que el abastecimiento de presas y embalses generará tensiones para satisfacer el consumo desmedido y acostumbrado que caracteriza a la Zona Metropolitana de Guadalajara, más de 200 litros por persona, el doble del recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Las grandes urbes de este continente se identifican por sus altos niveles de consumo de agua, en comparación con las europeas. La Ciudad de México y la de Nueva York tienen un consumo promedio similar, poco más elevado que el de Guadalajara.
De ahí que pensemos que el aumento de la población, en esta metrópoli de 16 por ciento en la década pasada, haya aprendido ya a replicar el modelo de alto consumo per cápita.
El gobierno de Jalisco ha invertido en modernizar la red hidráulica y hacerla más eficiente; acciones muy relevantes, pero aquellas dirigidas para reducir el consumo no pasan de plantear un aumento en las tarifas, bajo la hipótesis de que el cobro alto inhibirá el consumo abusivo. El valor del dinero influye en las decisiones, pero crear conductas responsables y conscientes no puede reducirse a golpear los bolsillos.
¿Por qué como pobladores de esta ciudad no hemos aprendido a reducir nuestro consumo? Porque las urbes siguen un modelo caduco de subsidio. Se les subsidia agua, energía, alimentos, sueldos, entre otros “servicios”. En respuesta, lo que aprenden los urbanitas es demandar sin límite el agua, la energía, los alimentos… desconociendo las fuentes y los desechos de ello.
En el caso del agua desconocemos cuánta hay disponible, la capacidad de recarga de los acuíferos, la cantidad infiltrada por lluvias en esta región. Desde 2021 Jalisco está sintiendo una sequía de moderada a severa, de acuerdo con estudios de la Universidad de Guadalajara. ¿Nos hemos preparado para ello? No. Porque no ha habido un proceso educativo. Lo que se ha hecho es infantilizar nuestras acciones individuales.
Cerrar el grifo para bien de todos resulta absurdo si hemos aprendido que las grandes obras hídricas consisten en acaparar el agua para luego distribuirla (con criterios poco democráticos). Captar agua en las casas resulta un sinsentido si lo que aprendemos en la ciudad es que se inunda porque no permite que se infiltre la lluvia y la desprecia al mezclarla con las aguas residuales o si se venden terrenos urbanos en reservas forestales.
Educar ambientalmente para tener una cultura hídrica no es todavía algo que se considere importante. Sin formación ambiental seremos presa de las condiciones climáticas.
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