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OTRA VEZ. Germ�n y Oscar, de 7 y 8 a�os, esperan que Oscar Contreras Hu�zar, su padre, regrese y los tres puedan pasear de nuevo en moto, como antes lo hac�an. (Fotos: Michelle V�zquez)
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Hoy es 30 de abril, Día del Niño y de la Niña, pero hay infancias que poco podrán celebrar, pues están en búsqueda de su papá, de su mamá u otro familiar.
La desaparición de una persona provoca impactos psicosociales en las infancias que, en muchas ocasiones, se ven obligadas a convertirse en personas buscadoras a su corta edad. El Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad) documentó estos efectos a través del documento Infancias como principio rector.
Los menores que pasan por una situación así se alejan, presentan rebeldía, sufren de acoso escolar, baja su rendimiento en la escuela y tienen depresión. Eso y más lo documentó la organización y NTR pudo confirmar esos impactos a través de tres historias de infancias buscadoras que, pese a todo, caminan con la bandera de la esperanza de encontrar a sus seres queridos.
CUANDO LLEGUE PAPÁ IREMOS POR LA MOTO
Germán y Oscar tienen apenas 7 y 8 años, pero ya son buscadores. Ambos acompañan a su abuela, Margarita Huízar Esparza, en las manifestaciones y algunas acciones de búsqueda para tratar de dar con su papá: Oscar Contreras Huízar, quien desapareció el 3 de septiembre de 2023 en Tlajomulco de Zúñiga.
Ellos están convencidos de que algún día van a encontrar a su papá y los tres podrán pasear en moto, como acostumbraban hacerlo. El día de su desaparición su padre salió en motocicleta al trabajo, como un día normal, pero ya no regresó. El vehículo se quedó donde laboraba, a la espera de que un día lleguen juntos Oscar y sus hijos por ella.
“Me llevaba a todos lados en moto (…) Cuando llegue mi papá le voy a decir que vayamos por la moto. Todavía está allá (donde trabajaba), ya tiene dos años, desde que desapareció mi papá, desde ahí lleva la motito ahí guardada. Pero cuando llegue le decimos que si vamos por ella”, dice Germán.
Esa fecha la vida de su familia cambió radicalmente. Margarita tuvo que hacerse cargo de sus dos nietos, a quienes la ausencia de Oscar impactó de manera negativa: se hicieron rebeldes en la escuela y cambiaron su actitud.
Eso sí: Germán no para de sonreír cada que puede, pues su sonrisa es un recordatorio de su padre: “Tengo la misma sonrisa. Toda mi familia: mi abuela, mi hermano y mi otra abuela dicen que tengo la sonrisa igual como mi papá”. Al momento que cuenta eso, sonríe mientras está al lado de una lona con la fotografía de su padre, donde también está sonriendo.
CANTA PARA HALLAR A MAMÁ Y MILES MÁS
“Confieso que me haces tanta falta para decirme: todo va a estar bien. Para escucharme con una guitarra sentada, con tu taza de café. Lloré porque tu voz no está en la casa. Reí porque me amaste con todo tu ser. Es una mezcla que me agarra el alma y rompe en cada esquina de mi ser”, canta Ximena, de a todo pulmón en medio de una manifestación por personas desaparecidas.
Ella canta para encontrar a su madre, Anayeli Flores López, desaparecida el 2 de agosto de 2016 en la colonia Santa Fe de Tlajomulco de Zúñiga, pero también para encontrar a miles de desaparecidos en Jalisco.
“Le nació cantar para su mamá y para las demás personas que están en esa situación. Como que así saca su tristeza y su dolor”, cuenta Alfredo, padre de Anayeli y abuelo de Ximena.
Su madre desapareció cuando ella apenas tenía un año de nacida, pero la recuerda. Sabe que la última vez que la vio le dijo que la quiere mucho y que la ama. Incluso contó cómo una ocasión no podía dormir porque tenía pesadillas y de pronto vio a su madre en su sueño, la abrazó y así fue como pudo conciliar el sueño.
La primera vez que Ximena cantó, Alfredo notó que las personas se acercaban. Su hermano Gabriel lo vio e hizo equipo con ella al tomar un recipiente y empezar a recolectar dinero. Esa colecta fue una sorpresa para sus abuelos, pero gracias a ella pudieron comprar camisas con la cédula de búsqueda impresa.
ÉRAMOS UNA FAMILIA COMPLETA
Zaira y Alexa son sobrinas de Francisco Javier Regalado Montoya, desaparecido el 23 de enero de 2023 cuando se trasladaba de Tonalá, donde está su casa, hasta Zacatecas. La ausencia de su tío ha sido complicada para toda su familia, incluidas las dos niñas quienes convivían con él a diario.
Ambas esperan que pronto regrese sano y salvo. “Lo extraño todavía y quisiera algún día volver a verlo”, dice Zaira mientras recuerda cómo convivían con él y con sus primas, hijas de Francisco.
Zaira y Alexa, con este sentido de esperanza, siempre acompañan a Antonia Montoya, su abuela, a las manifestaciones en las que participa para exigir que lo busquen. Se visten con una blusa que tiene al frente la cédula de búsqueda de su tío, toman un cartel o una lona, gritan y marchan para encontrarlo.
“Nos hemos sentido tristes porque no está con nosotros ni con sus hijas. Eso es muy triste porque éramos una familia completa y ya no está”, dice Alexa, la menor de las dos niñas buscadoras.
jl/I
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