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Foto: Cortes�a EFE
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De los 133 cardenales con derecho a voto en el próximo cónclave que elegirá al sucesor del papa Francisco, dos son mexicanos: Carlos Aguiar Retes y Francisco Robles Ortega. Especialistas de la Universidad de Guadalajara (UdeG) analizan qué está en juego y qué señales podrían anticiparse sobre el rumbo que tomará la Iglesia católica en los próximos años.
El Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades (CUCSH) realizó una rueda de prensa para analizar el próximo cónclave del 7 de mayo. La charla estuvo a cargo de Fabián Acosta Rico, investigador del Departamento de Filosofía del CUCSH, y Eriberto Vega Villaseñor, profesor del Centro Universitario de Tonalá (CUTonalá).
Participarán 133 cardenales menores de 80 años provenientes de cerca de 70 países. Italia tendrá la representación más numerosa con 17 cardenales, mientras que México solo contará con dos: Carlos Aguiar Retes, arzobispo primado de México, y José Francisco Robles Ortega, arzobispo de Guadalajara. Aunque ambos tienen trayectorias destacadas, Acosta consideró poco probable que un mexicano sea electo como Papa, al igual que un latinoamericano.
Ambos especialistas coincidieron en que este momento representa una coyuntura crítica para la Iglesia, no solo por el relevo de su máxima figura, sino por el contexto global de polarización política, guerras, crisis migratorias y los desafíos éticos que plantean fenómenos como la inteligencia artificial o el cambio climático.
Ante la posibilidad de un giro hacia el conservadurismo, Acosta señaló que si bien existe un resurgimiento global de la derecha política, los sectores más tradicionalistas del catolicismo, como los lefebvrianos o sedevacantistas, siguen siendo una minoría en el Vaticano. “Lo más probable es que el próximo papa sea un continuador moderado del legado de Francisco, no un radical tradicionalista”, afirmó.
Francisco, primer papa jesuita y latinoamericano, retomó el espíritu del Concilio Vaticano II, apostando por una Iglesia más incluyente y cercana a las realidades contemporáneas. “Su papado fue una primavera para la Iglesia. Ahora el dilema es claro: ¿continuar esta línea de apertura o volver atrás?”, concluyó Vega.
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