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TR�GICO. El escritor fue asesinado antes de su primer viaje a tierra azteca. (Foto: Agencia EFE)
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Federico García Lorca (1898-1936) nunca pudo viajar a México, fue asesinado en España por socialista y homosexual justo antes de que realizara su primera visita al país norteamericano, sin embargo, casi 100 años después, su obra Bodas de sangre (1931) hermana a estos dos países con un mismo culto: la muerte.
“Todas las personas estamos atravesadas por pérdidas y dolores muy fuertes, por decisiones que tomamos y que al ver Bodas de sangre decimos: ‘no soy el único’. Cómo salimos de esto depende de nosotros, podemos respirar vida o podemos respirar muerte”, explica en una entrevista con Efe la actriz Ángeles Cruz, que interpreta a la madre en esta versión mexicana que se estrenó en el Foro Shakespeare de la Ciudad de México.
Lorca decidió no exiliarse de España, a pesar del ofrecimiento de naciones como Colombia o México justo antes del comienzo de la guerra civil, un mes después de su estallido, fue fusilado en su ciudad natal de Granada, la misma que no pudo abandonar por el amor que sentía hacia su tierra.
Para la directora de esta pieza teatral, Angélica Rogel, el escritor y dramaturgo sigue existiendo en el imaginario de la sociedad tanto mexicana como española.
Además, agrega, su obra sigue siendo tan representada gracias a su gran capacidad para conectar con las personas.
“Encontró el punto de conexión del dolor humano, de la pulsión entre la vida y la muerte”, expresa.
Y es que se trata de una tragedia con la que Lorca narra el conflicto “entre el deseo y el deber”; con una novia que huye con su antiguo amante el día de su boda, desencadenando una fatal confrontación.
En cuanto a la reinterpretación, Rogel traslada este drama a la actualidad del norte de México a través de géneros musicales, como los corridos del cantante mexicano Peso Pluma, las rancheras y vestuarios con tejanos, botas y sombreros típicos de vaqueros.
Un siglo después, México aguarda oscuridad al cerrar cada año con más de 30 mil asesinatos y continúa teniendo una cifra de desaparecidos que supera las 127 mil personas; datos que concuerdan con la fuerte violencia que acecha fuertemente a los estados en el norte del país.
En esta historia se ven reflejadas las mujeres de todas las generaciones y roles que tienen lugar dentro de la familia, en un juego que Lorca planteó al no poner nombre a ninguna de sus protagonistas, solo su parentesco.
En un país donde las matriarcas son el sustento familiar que sufre la desaparición de sus seres queridos, el poeta se adelantó al carácter que tendrían que demostrar muchas madres mexicanas para superar estas adversidades.
“Lorca es muy mexicano en cómo describe a las madres. Esta madre preocupona, pero fuerte, echada para adelante y amarga también. Y que demuestra que es bien difícil tomar decisiones en una realidad tan violenta como México”, concluye Cruz.
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