La familia, según la Organización de las Naciones Unidas (ONU), es “el núcleo natural y fundamental de la sociedad y tiene derecho a la protección de la sociedad y del Estado”. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) la define como “el conjunto de personas unidas por vínculos de parentesco, afecto o cohabitación que comparten el mismo hogar”. Más allá de las definiciones técnicas, la familia representa el primer entorno donde se moldea la identidad, se aprenden valores y se desarrollan habilidades socioemocionales. Es, en muchos sentidos, el primer espacio de salud mental o de vulnerabilidad socioemocional.
En México, la realidad que viven muchas familias está marcada por factores que afectan profundamente su bienestar. Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) 2021, siete de cada 10 mujeres han sufrido violencia a lo largo de su vida y, en el 43 por ciento de los casos, el agresor fue su pareja.
La violencia familiar, el abandono, las adicciones y la falta de comunicación afectan también a niñas, niños y adolescentes. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2022, el 15.4 por ciento de adolescentes mexicanos presenta síntomas de depresión y, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), más de 1.6 millones de menores están fuera del sistema escolar, muchos debido a problemáticas dentro del hogar.
Estas cifras nos recuerdan que no podemos idealizar a la familia como un espacio seguro si no la fortalecemos desde sus bases. Hablar de salud mental en la familia implica promover la comunicación afectiva, la resolución no violenta de conflictos, la gestión emocional, la corresponsabilidad en la crianza y el fomento de valores como el respeto, la empatía, la honestidad y la cooperación.
Los desafíos actuales (económicos, sociales, educativos, políticos, digitales, ambientales, etc.) exigen nuevas formas de acompañar a las familias, especialmente a las más vulnerables. Desde el Consejo Ciudadano en Pro de las Familias creemos firmemente que invertir en la salud emocional del hogar es invertir en la reconstrucción del tejido social. Es urgente promover políticas públicas y espacios de orientación, talleres y redes de apoyo centradas en el bienestar familiar.
Hoy, 15 de mayo, Día Internacional de la Familia, no debe ser solo conmemorativo, sino una oportunidad para transformar. Porque por cada familia que sana, hay una comunidad que florece y un país que avanza.
Porque nuestras familias son importantes… hagamos de ellas el mejor lugar para crecer
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