La Universidad de Guadalajara (UdeG) se ha posicionado como una de las instituciones educativas más comprometidas con la inclusión en América Latina. A través de su Unidad de Inclusión busca garantizar que todos los miembros de su comunidad universitaria, independientemente de sus diferencias, tengan las mismas oportunidades de desarrollo académico y personal.
En este contexto, el Taller Experimental de Música, ofrecido desde 1975 por el Departamento de Música del Centro Universitario de Arte, Arquitectura y Diseño (CUAAD) representa una valiosa oportunidad para la formación musical accesible y de calidad. Sin embargo, al analizar su funcionamiento actual, surgen inquietudes sobre su efectividad en la implementación de políticas inclusivas.
El proceso de inscripción al taller se caracteriza por su complejidad y falta de claridad. La información sobre requisitos y procedimientos es escasa, y la comunicación con las autoridades encargadas es limitada y, en ocasiones, despectiva. Esta situación genera frustración y desconfianza en las personas interesadas, especialmente en aquellas que requieren ajustes razonables debido a condiciones como el trastorno del espectro autista o el trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
Al consultar al coordinador del taller, Julio César Plascencia Michel, sobre la existencia de protocolos o mecanismos para atender a personas neurodivergentes, su respuesta fue clara: “No los tenemos”, “No tengo profesores que puedan atender esa condición”, “Quieres resultados, lleva a la persona neurodivergente a clases particulares”. Esta postura refleja una falta de compromiso institucional con la inclusión real y efectiva, además de atentar contra los derechos humanos de este grupo de personas estudiantes.
La educación inclusiva es esencial para garantizar que el estudiantado, independientemente de sus características cognitivas, tenga acceso a las mismas oportunidades de aprendizaje. La falta de estrategias adecuadas en el Taller Experimental de Música no solo limita el acceso de personas neurodivergentes a la formación musical, sino que también contraviene los principios de equidad y justicia social que la UdeG promueve.
Es imperativo que la rectora Karla Planter y el rector del CUAAD, Francisco Javier González Madariaga, revisen y reformulen los procesos administrativos, docentes y logísticos del taller. Urge implementar ajustes razonables, capacitar al personal docente y administrativo en temas de neurodiversidad y establecer mecanismos de comunicación claros y respetuosos con las personas interesadas. Solo así se podrá garantizar que la UdeG cumpla con su responsabilidad social y educativa, ofreciendo una formación musical verdaderamente inclusiva y accesible.
La UdeG tiene la oportunidad de fortalecer su compromiso con la inclusión, transformando el Taller Experimental de Música en un modelo de equidad y respeto a la diversidad. Este cambio no solo beneficiaría a las personas neurodivergentes, sino que enriquecería a toda la comunidad universitaria, promoviendo una cultura de respeto, empatía y colaboración.
En perspectiva, si la UdeG se resiste a realizar una revisión integral y actualización de los procesos administrativos, docentes y de atención en el Taller Experimental de Música, sería preferible que suspendiera su oferta. De lo contrario, corre el riesgo de perpetuar un modelo obsoleto que no solo excluye a personas neurodivergentes, sino que también victimiza a quienes desean ingresar y a quienes ya forman parte del estudiantado.
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