Votar no es sin�nimo de participar

2025-05-28 06:00:00

La participación es una necesidad fundamental para el desarrollo humano en la medida que contribuye a satisfacer otras necesidades: subsistencia, protección, libertad, entendimiento... Se trata de una capacidad que va desarrollándose mediante la cooperación, la comunicación y el compromiso mutuo.

Puesto que el 1 de junio estamos convocados a participar en la elección de jueces, magistrados y ministros para un nuevo Poder Judicial cabe preguntarse: ¿están claras las propuestas sobre las que debemos decidir? ¿Cuál es el proyecto jurídico por el que debemos pronunciarnos? ¿Con mi voto contribuyo a una paz digna y justa para todos los mexicanos?

En La sociedad del desprecio, Honneth describe dos sistemas de justicia paralelos que poco tienen en común: el formalmente establecido en las estructuras e instituciones del Estado, y las expectativas de justicia de la población cuando siente pisoteada su dignidad. El primero, para muchos, es sinónimo de inoperatividad e ineficiencia; el segundo, está instalado en la conciencia moral de las personas que saben lo que es bueno y malo para todos. Como el bien común que es la justicia, ninguna persona o sector puede apropiársela bajo el argumento de ser mayoría. ¿Las elecciones del domingo llegarán a articular por fin las instancias procuradoras de justicia con los reclamos de la gente?

Querer participar debe ir asociado a poder participar y ambos se fortalecen con saber participar. Cuanto más se quiere y se puede, más saber se demanda, y cuanto más se sabe, más se quiere y se puede. Querer es una emoción indispensable para la acción, pero nadie puede convencer a otros sobre las ventajas de una propuesta si no se está convencido previamente. El poder es una dimensión de las relaciones humanas y no una posesión de quienes lo detentan políticamente. El saber supone conocimientos e información veraz, oportuna y pertinente. Participar en la jornada electoral supone saber, poder y querer sobre el tipo de justicia que está en juego, identificar los mecanismos que favorecen el entendimiento, comprometerse en la construcción de un proyecto colectivo.

En una democracia que delega el poder en sus representantes el énfasis está puesto en las votaciones; en una participativa, el querer-poder-saber se dinamizan mediante el debate y la deliberación; y la participación ciudadana es la capacidad de adherirse a las decisiones que se adopten en el proceso. Sin embargo, una participación sin reflexión no garantiza la emergencia de propuestas innovadoras. Para llegar al consenso social es indispensable el consentimiento emocional de los implicados.

El compromiso y el empoderamiento que surgen de una sociedad que sabe, puede y quiere participar no van a llegar de un programa impuesto desde fuera o de las promesas de una vida mejor. Para acabar con la corrupción y el nepotismo no podemos soñar con un Poder Judicial electo por el “pueblo sabio”. El empoderamiento de la sociedad surge cuando aumenta su potencia para actuar. Participación y empoderamiento van de la mano. Hay que comprender el asunto público que está en el fondo de estas elecciones: las preocupaciones compartidas con relación a la justicia.

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