I shot the sheriff… sonaban los acordes de aquella canción, de moda en ese tiempo, en el tocadiscos del departamento en la fiesta a la que asistimos aquella noche. No recuerdo ahora el motivo de la reunión, pero sí que fuimos varios amigos y que estaban invitadas también algunas chicas que venían del fraccionamiento La Herradura.
Al terminar, cuando llegué a casa, mi mamá me esperaba despierta y me dijo que habían llamado de casa de otro de los dirigentes del grupo de scouts para avisarme que había salido a entrenar en su moto, pero no aparecía y no sabían dónde estaba. Ya habían organizado varios grupos para buscarlo.
Avisé que me sumaría a la búsqueda y recluté a dos de los amigos con los que había estado en la fiesta. Como los que lo buscaban habían iniciado donde salió a entrenar por la mañana en el lago de Salazar en la carretera México-Toluca, nosotros decidimos entrar en sentido opuesto, iniciando en Villa Alpina desde la carretera Naucalpan-Toluca.
Así fue como, desesperados, iniciamos el trayecto como a las dos de la madrugada por caminos de terracería e incluso brechas, en mi Renault R8S, auto que, sobra decirlo, no fue diseñado para ese tipo de caminos. Libramos hoyos, zanjas, rocas de tamaño respetable, troncos y árboles tirados, alumbrados sólo con los cuatro faros del auto más linternas de mano y dirigido con oportunos “viene… viene…” de mis dos amigos.
A lo largo del trayecto íbamos gritando el nombre de mi amigo y lanzando pitidos con el silbato scout, tratando de obtener alguna señal, para que se hiciera notar en caso de que hubiera sufrido un accidente. Varias horas nos llevó llegar hasta Salazar a donde llegamos sin resultados.
Finalmente, como a las diez de la mañana se supo que estaba bien, se había reventado la cadena y no pudo repararla así es que tomó camino y volvió a la ciudad empujando la moto varias horas hasta que alguien, en una pick-up, le dio aventón hasta su casa.
La vida siguió y aquel domingo, tras la desvelada, fuimos a Bellas Artes a escuchar Así habló Zaratustra, de Richard Strauss con la Orquesta Sinfónica Nacional.
Los tiempos eran otros, pero la preocupación y la angustia predominaban en todos los que nos sumamos a la búsqueda, de manera que no puedo ni imaginar las sensaciones que experimentan aquellos que conocen de la ausencia de un ser querido.
Tengo claro que, como aquella noche, cuando alguien falta son muchos los que lo buscan; sin embargo, al paso de las horas, los días, las semanas y los meses, la gente es absorbida de vuelta a sus ocupaciones cotidianas y dedica cada vez menos tiempo a buscar.
En medio de la crisis de desapariciones en México y en el estado, que tiene el poco honorable primer lugar del país, muy difícil es comprender todos los sentimientos y emociones que embargan a quienes tienen alguien faltante en sus familias.
Con más de 15 mil personas desaparecidas y no localizadas en Jalisco, con el descubrimiento de mecanismos de enganche para atraer jóvenes al reclutamiento forzado, con los hallazgos de sitios de entrenamiento y exterminio, de acuerdo con los videos de lo que encontraron los colectivos, a ver qué hacen las autoridades para que esa fatal estadística disminuya.
Así sea.
X: @benortega
jl/I
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