La pérdida de un hijo en gestación es un abismo de duelo silenciado, una herida que pocos entienden y muchos menos saben cómo acompañar. Al saber que existe en hospitales públicos y privados, no solo de Jalisco, el Código Mariposa, no puedo evitar sentir una esperanza agridulce.
Hace dos semanas el Hospital Civil de Guadalajara Juan I. Menchaca recibió un Honoris Causa por su trabajo de investigación Código Mariposa: Resultados del primer año de una intervención multidisciplinaria humanizada en pacientes con pérdida gestacional.
Durante un año, de mayo de 2023 a mayo de 2024, se dio seguimiento en este hospital al Código Mariposa, proyecto bellísimo que se desarrolló, aplicó y se sigue impulsando gracias al trabajo incansable de Georgina González.
Es un gran mérito del hospital y del personal que participó haber sistematizado los datos de todo un año de trabajo, porque podemos tener información que da perspectiva de lo que el Código Mariposa representa para las mamás y familias en duelo por la pérdida de su bebé.
Si este programa hubiera existido hace nueve años habría tenido un espacio, una Habitación Mariposa, donde poder desdoblar mi dolor sin prisas, acompañada por mis seres queridos. Habría habido especialistas que me guiaran a través de la maraña de mis emociones.
Hoy, a mis 43 años, veo con gratitud lo que el Código Mariposa ha logrado construir para otras mujeres. En el caso del Hospital Civil, durante un año 320 mujeres y sus familias han sido abrazadas por este programa.
Imagino a esas madres, a esas parejas, encontrando consuelo en la cercanía de un equipo multidisciplinario: ginecólogos, psicólogos, tanatólogos, asesores de lactancia, trabajadoras sociales. Una red inconmensurable de apoyo humano.
La asesoría sobre lactancia y la opción de la donación de leche, ahora parte del Código Mariposa, me conmueven profundamente. Es una forma de transformar el dolor en un acto de amor y trascendencia, de dar un propósito a lo que parece no tenerlo.
Los datos que arroja el programa solo confirman su valor. Que 94 por ciento de las mujeres acepten el apoyo tanatológico es un testimonio de la necesidad de hablar de la muerte gestacional, de nombrarla, de acompañarla. Y la presencia de las parejas es un reconocimiento de que el duelo es compartido, aunque se viva de formas distintas.
Es cierto que solo un pequeño porcentaje continuó con apoyo psicológico ambulatorio, pero recibieron atención especializada por riesgos de tristeza profunda o ideas suicidas, lo que subraya la importancia de este seguimiento. El duelo no termina al salir del hospital; es un camino largo y sinuoso que requiere compasión, comprensión y herramientas.
Y más allá de las cifras, lo que el Código Mariposa hace es fundamental: con una atención humanizada y respetuosa se puede transformar la experiencia devastadora de la muerte de un hijo en un proceso más llevadero. Se fortalecen los lazos familiares, se dignifica la pérdida y se ofrece un espacio para que las familias, poco a poco, puedan sanar.
Mirando hacia atrás, hacia mi propio duelo, y luego hacia adelante, hacia las semillas que está sembrando el Código Mariposa, siento que se reconoce que, por breve que haya sido, la vida de esos bebés queridos y deseados importa, y que su pérdida merece ser honrada con amor y compasión.
Ojalá podamos seguir tejiendo esta red de apoyo para que ninguna familia tenga que transitar la pérdida gestacional en soledad.
En un laberinto.
@perlavelasco
GR
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