Tiempo de racionalizar el r�gimen

2025-07-07 06:00:00

El desfase entre el desarrollo económico y la percepción de una participación democrática ha constituido, especialmente en América Latina, un factor importante en la forma en la que el ciudadano representa su papel en el Estado.

Desde esta perspectiva, la búsqueda de una situación de mayor poder económico, visto desde la perspectiva individual, no alienta particularmente una mayor dimensión de la democracia en el país, sino la de una mejor posición en el escenario económico que no se traduce en esperar un mayor crecimiento de la economía nacional, sino una fórmula que permita enfrentar en mejores condiciones la cotidianeidad ciudadana en las actividades sociales y económicas.

De esta forma, diferentes regímenes que han apostado a una perspectiva de sensación de bienestar individual para diversos sectores sociales cuentan con una mayor simpatía ciudadana que aquellos en los que la dimensión técnica del desarrollo de la economía va paralelamente con una estructura normativa, institucional y de planeación fuerte. Estados Unidos constituye un interesante caso de ingreso, por segunda vez, a una dimensión populista que, sin embargo, poco a poco han caído a la visión de la dimensión real.

En el Informe País 2020: el curso de la democracia en México, desarrollado por el INE, se aprecia la forma en la que, en una perspectiva general, el gran debate está en tres elementos sustanciales contemporáneos de nuestro país: la economía, la democracia y la seguridad. En ese sentido, la relevancia que tiene la economía en la percepción ciudadana no se remite a las expectativas de crecimiento del país, sino al impacto en la dimensión doméstica, como un factor trascendente en la toma de decisiones ciudadanas.

En las recientes semanas hemos experimentado transformaciones impensables hace pocos años y, sustancialmente, las reformas a la Constitución que retroceden muchos aspectos que se consideraban superados. En ese sentido, las reformas al Poder Judicial y a la Ley de Telecomunicaciones, así como la transformación orgánica de la Guardia Nacional, de ser un aparato de regulación civil a otro, definitivamente castrense, entran dentro de la perspectiva del sostenimiento de una perspectiva en la que los partidos de oposición no tienen ningún peso sustancial en las discusiones del Congreso de la Unión, debido a una representación política de la hegemonía gobernante que eliminó en la perspectiva de gobierno, la presencia y participación de las oposiciones. De forma que el desarrollo de las políticas de gobierno no tiene una sustentación amplia, sino unilateral.

En el horizonte cercano se ve muy difícil el cambio de dimensiones de gobierno, así como tampoco la incorporación de la opinión de otros sectores sociales que también, como todos, pagan impuestos y requieren una expresión en las decisiones del país.

Administrar las victorias y racionalizar el triunfo es una tarea importante que debería formar parte de la oferta de gobierno. Tener una perspectiva reactiva en el mercado internacional nos coloca con mucha fragilidad en ese escenario, y señalar que los cambios que se desarrollen en las políticas implican modificaciones a la constitución plantea una planeación débil. Se requiere un tiempo de estructuración de siete años de régimen para proyectar un país de fortalezas y no de divisiones.

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