Guadalajara, rumbo a una ciudad intercultural

2025-09-24 06:00:00

La tarde del pasado domingo, el edificio que fuera sede de la XV Zona Militar en el Centro de Guadalajara celebró la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que reunió a casi 400 asistentes, residentes, migrantes y refugiados para convivir con personas originarias de más de 15 países.

En el intercambio y degustación de bocadillos haitianos, peruanos, salvadoreños; muestras de la cocina de Egipto, Palestina, Japón o Vietnam; postres y panes artesanales de recetas tradicionales de Brasil y Venezuela, y el aromático café colombiano, los asistentes constatamos que la migración es cultura viva y una oportunidad para reconocernos en las diferencias.

Este encuentro organizado por The Rhizome Center for Migrants no fue solo una feria gastronómica y cultural; fue una lección de inclusión, dignidad y empatía. Cocineras, artistas y cuidadoras migrantes compartieron su trabajo y sus historias, recordándonos que cada persona migrante trae consigo talento, esperanza y una historia única; como la que conocí del artista urbano Galo Canote, Love Galo, nacido en Los Ángeles, California, asistente a esta celebración.

Galo me contó que hace poco más de dos años vino a México para trabajar temporalmente y luego decidió establecerse en Guadalajara. Él pensó que la vida aquí le sería más fácil o que tendría mejores oportunidades, pero se encontró con las mismas injusticias y rechazos que viven las personas indocumentadas en Estados Unidos: “Me decían que hablara bien; me llamaban pinche cholo, se burlaban porque tartamudeaba, me decían que me regresara al norte. Vine aquí a que me abrazaran y recibí rechazos e incomprensión hasta de la familia, porque no entendían mi español mezclado de tantas culturas”, recordó con ironía.

La travesía de Galo para establecerse formalmente en México inició con la gestión de trámites en el Instituto Nacional de Migración (INM), en una ventanilla que abre de 8 a 13 horas de lunes a viernes por un máximo de 30 días a las personas que buscan regularización. Al no conseguir la documentación en el periodo establecido por el INM para obtener la residencia temporal, el artista debió ocuparse en trabajos mal pagados, como lavaplatos con jornadas de 12 horas y sin prestación alguna.

Galo perseveró por dos años en estas circunstancias para obtener la naturalización mexicana. Recorrió distintas oficinas del Registro Civil por el Área Metropolitana de Guadalajara hasta conseguir el acta de nacimiento de su madre que, por cierto, tenía la popular abreviación de Ma en lugar de María, lo que representó un nuevo obstáculo para reclamar su legítimo derecho a la nacionalidad.

Ahora ya naturalizado mexicano, trabaja como profesor suplente en una escuela particular bilingüe y colabora con The Rhizome Center en Guadalajara. Su historia nos demuestra que, en Guadalajara y México, sostenemos muros absurdos de indiferencia y discriminación, pero también que podemos erosionar esas barreras con empatía, una chispa de educación y mucha voluntad, como la que vimos en la jornada del pasado domingo, para mirarnos en otras personas y reconocernos en sus historias.

X: @claudiaacn

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