En días pasados se generó un mensaje respecto del primer informe ofrecido por la titular del Ejecutivo que contó con varios elementos de interés. Un aspecto que sobresalió fue el hecho de considerar que sigue estableciéndose la consolidación de la cuarta transformación que, probablemente, se sustente en un mantenimiento de los programas asistenciales y de bienestar sin la información respecto a cómo se van conservar, considerando que la economía no tiene los avances y el crecimiento requerido para afrontar los retos de un espacio internacional con la inestabilidad con la que el presidente de los Estados Unidos, ha tenido a lo largo del presente año.
El tema, luego de haber pasado varios meses de inestabilidad política al interior de la fuerza hegemónica en el poder, hace pensar si la categoría de cuarta transformación es, efectivamente, sostenible. La otrora estructura de control y de poder en el movimiento tenía un liderazgo carismático que mantenía los ejes de relación, bajo un control que se apoyaba, no solamente en la fuerza del Poder Ejecutivo, sino en el carisma y liderazgo del ex presidente, a la que se plegaban las diferentes instancias de la administración federal, así como la estructura política interna del movimiento que, por cierto, al no tratarse propiamente de un partido político, constituía un constante proceso de controles sobre los diferentes espacios políticos que gravitaban sobre los ejes de poder.
Con el cambio administrativo, el escenario se transformó y, aunque discursivamente se sostenga el tema de la cuarta transformación, de manera progresiva se ha venido observando en los últimos meses el establecimiento de pautas diferentes de la gobernanza, lo que ha generado tensión entre los diferentes grupos, respecto de los cuales, no hay consensos claros y, los desencuentros al interior de la estructura, se han mantenido en una compleja línea de flotación que ha evidenciado, que hay malestar al interior del movimiento.
En el mensaje presidencial de conmemoración de un año de administración pública se dijo que la oposición quería desestructurar el movimiento de la cuarta transformación. De momento, no se encuentra ninguna plataforma política con trazos claros que constituyan una alternativa para las decisiones de los ciudadanos. La necesidad de reinvención de los partidos vigentes es una necesidad absolutamente necesaria, con lo que no queda claro a qué oposición se haya hecho referencia.
La inexistencia de contrapesos, de actores efectivos de oposición que permitan contrastar las líneas de la actual administración, vislumbra la complejidad de ver que no hay división objetiva de poderes, que el sistema de justicia les corresponde en su totalidad y que las instancias autónomas las desaparecieron con lo que el último órgano autónomo, altamente vulnerado como el INE, ya no ofrece la garantía y certeza de procesos objetivos.
Bajo esa perspectiva, no hay sino una instancia responsable de la buena o mala conducción de las políticas públicas y, en ese sentido, la navegación progresiva hacia la elección de 2027, implicará, ante la ausencia de oposiciones, una enorme tensión al interior de la fuerza que deberá trabajar profundamente en la institucionalización del partido y de la responsabilidad que eso implica.
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