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FUERZA. Entre risas y l�grimas, Mayra Hermosillo se acompa�a siempre de su elenco femenino. (Foto: Agencia EFE)
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En México, la industria cinematográfica sigue dominada por los hombres, pese a ello, la directora Mayra Hermosillo logró un equipo repleto de mujeres para rodar Vainilla, su ópera prima y una historia autobiográfica que retrata cómo la “valentía del matriarcado” puede enfrentarse a los estigmas de la ausencia paterna, presentada este jueves en la selección del Festival Internacional de Cine de Morelia (FICM).
“Tuve la suerte de crecer en esta familia, en este matriarcado. Y no lo había visto hasta muchos años después, en retrospectiva, lo que me decía era: ¿dónde está la figura masculina?, ¿dónde está el hombre?”, contó la cineasta sobre los tintes personales del largometraje, que también se coló en la competición de las Jornadas de los Autores, una sección paralela del Festival de Venecia.
Entre risas y lágrimas, Hermosillo, de 38 años, se acompaña de su elenco femenino, a quienes llama “hermanas, familia, mejores amigas”. Fueron ellas su principal apoyo para contar -a través de la mirada de la pequeña Roberta (Aurora Dávila)- cómo era sentirse una “niña rara” criada por un matriarcado a finales de 1980, en un México machista.
“Por muchos años pensé que (la sociedad) tenía razón, que algo estaba mal en ese matriarcado y que la culpa de que no hubiese un hombre era de nosotras. La verdad es que no (…) fueron mujeres muy valientes al poder tomar sus decisiones”, relató tras dirigir una sonrisa a María Castellá, quien interpreta a Alicia, su madre.
Originaria de Torreón, Coahuila, y coprotagonista de la serie Gringo Hunters, Hermosillo reveló que en el corazón de esa familia -conformada por su bisabuela, abuela, tías y primas- había mucha valentía, ya que muchas de ellas venían huyendo de la violencia física y emocional ejercida por hombres.
Con Vainilla, Hermosillo creó su propio matriarcado, conformado por Dávila -quien, a sus 12 años, debuta en el cine-, Castellá, Natalia Plascencia (Limbania) y Rosy Rojas (Concha), a quien descubrió en una escena de Paloma y el lobo (2019).
“Es muy cabrón que te acuerdes de un personaje que sale en una sola escena. Yo dije: ‘Quiero trabajar con ella’, porque el personaje de mi bisabuela es muy duro, era una persona cerrada”, remarcó.
En un acto de amor y de profunda “psicomagia”, cada actriz del elenco siente que “después de esta película, no es la misma de antes”, narró Plascencia, mientras que Dávila -a su corta edad- admitió que no quería volver a casa, luego de haberse sentido abrazada por sus compañeras.
Para Castellá, hacer una versión libre de Alicia le regaló la fuerza para poder equivocarse y definir su integridad como mujer en la industria cinematográfica.
Hermosillo ha compartido con sus seres más queridos y admirados, como el director Guillermo del Toro, esta pieza que compite en la categoría de largometraje, de la selección del FICM, donde, de las 11 nominaciones, cuatro son mujeres.
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