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LUGARES. Apasionada por la poes�a, asegura que la m�sica del texto es esencial en su trabajo, donde la precisi�n narrativa y el ritmo son parte de su sello literario. (Foto: EFE)
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Para la argentina Leila Guerriero, una de las cronistas más reconocidas del idioma español, el acto de escribir está relacionado con una especie de escapada, algo que también experimenta como corredora de distancias largas, alcanzar el lugar en el que el mundo desaparece, según confesó en una entrevista en Ciudad de México.
“Cuando escribo quiero llegar a ese lugar en el que el mundo desaparece; cuando corro sucede lo mismo. En las dos actividades uno busca salirse”, reconoció.
Las crónicas de Guerriero (Junín, 1967) muestran que el periodismo puede ser también una de las bellas artes y producir obras de alta valía, sin renunciar a la obligación de informar.
Guerriero acepta las flores, pero lo ve todo de un modo más sencillo, ya que considera que escribe para despegar.
En tiempos en los que las carreras de fondo están de moda, Leila es como un salmón a contracorriente. Puede correr a buen ritmo hasta dos horas seguidas, sin embargo, no compite porque asume el atletismo como un pariente de su profesión.
“Hay muchas cosas en común. Tienen que ver con la resistencia, con salir a hacerlo, aunque no tengas ganas y eso también es la escritura. Yo no puedo decirles a mis editores, el texto que te prometí te lo voy a entregar en un año porque ahora no tengo ganas. Con la carrera pasa lo mismo”, reflexionó.
Hace unos meses, Guerriero publicó ‘La dificultad del fantasma’, una crónica sobre los días del estadounidense Truman Capote en la Costa Brava, donde escribió una parte de su libro más conocido, ‘A sangre fría’.
Fue como seguir los pasos de un ser etéreo porque la gente del lugar guarda recuerdos difusos.
“Traté de desmontar la ficción que había sobre Capote en ese lugar. Quería contar cómo había sido su vida en la Costa Brava, pero me encontré con versiones. Mucha gente que lo conoció había fallecido, otros lo habían conocido lateralmente”, explicó.
La obra recrea momentos de la vida del cronista en inicios de los años de 1960 y aporta datos valiosos sobre las manías del autor. En un momento, los habitantes de la casa donde Leila hizo una estancia para escribir sintieron el fantasma de Capote. La escritora no cree en seres descarnados, lo cual creó un instante de humor en el libro.
Aunque descreída de lo no comprobable, Guerriero sí acepta la existencia de pequeños milagros en la escritura.
“En eso sí creo. Cuando uno está interesado en algo, como que la realidad empieza a manifestarse de una manera extraña; no sé si tiene que ver con alguna magia o con partículas moviéndose”, aceptó.
Leila Guerriero llegó al mundo el día del nacimiento del poeta Gustavo Adolfo Bécquer y en el año de la publicación de ‘Cien años de soledad’, obra de prosa poética. Desde niña estuvo cerca de la poesía y hoy es capaz de comprar un libro por un verso que la conmueva, aunque el resto no sea bueno.
“Hasta el día de hoy leo muchísima poesía, poetas complejos me conmueven. A veces no entiendo un poema de un poeta muy críptico y de pronto un día lo tomo y tiene todo el sentido. Es misteriosa la poesía”, revela.
Ese apego a lo lírico aparece en varios de sus textos, que se leen como cuando uno escucha música.
“Para mí la música del texto es importantísima. Tiene que ver con la atmósfera, con el clima. En mis primeros años como periodista, cuando terminaba un texto lo leía en voz alta para ver cómo sonaba. Después dejé de hacer eso, primero porque los textos se hicieron cada vez más largos; después porque el oído se acostumbró”, concluyó.
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ARTES: Aunque descreída de lo no comprobable, Leila Guerriero sí acepta la existencia de pequeños milagros en la escritura. (Foto: EFE)
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