Paz territorial

2025-10-29 06:00:00

Desde la perspectiva liberal actualmente vigente en el mundo, la paz se entiende como un valor que debe ser promovido y protegido por los Estados, de manera que puedan articularse la seguridad con el desarrollo en torno a instituciones sólidas capaces de hacer valer los derechos y una cultura de la legalidad acordes con los lineamientos jurídicos establecidos internacionalmente (realismo político).

Es decir, se trata de una paz diseñada por quienes detentan el poder político y económico. En un sentido diferente, la paz territorial se plantea como una forma no-Estatal de pensar los espacios de vida, alejada de esa tendencia estructural-maximalista-universalista que, abanderando promesas de bienestar, solo ha servido para legitimar proyectos de despojo, desplazamiento forzado de personas y pérdidas de biodiversidad.

La paz solo es posible si se atienden las características específicas de las localidades y de pueblos llenos de recursos, tradiciones y costumbres que, por supuesto, son siempre objeto de discordia. Los territorios nos articulan, nos cohesionan, son una mediación entre las personas y los grupos, un contenedor de múltiples y diversas experiencias, un espacio de interdependencia entre especies y ecosistemas.

En tanto “gobernanza”, la paz territorial combina acciones institucionales y fuerzas sociales para reconstruir las condiciones de vida. Es un proceso de transformación en clave de justicia social que demanda políticas públicas que reconozcan las trayectorias históricas de los sujetos, transformar la visión reduccionista de seguridad que ofrece el Estado por otra centrada en la seguridad humana, cambiar la idea de justicia punitiva por una enfocada en la justicia transformativa, incorporar formas tradicionales de atención a la salud, fortalecer la economía campesina y la protección de la naturaleza, valorar las formas de organización que existen en las regiones.

El territorio no puede continuar viéndose como una unidad administrativa bajo la tutela del Estado, un espacio delimitado por fronteras o un repositorio de recursos. Las concepciones antropocéntricas y androcéntricas del espacio simplifican la territorialidad que nos constituye como seres vivos. Hay que considerar las múltiples interconexiones que se establecen en su interior, incluidas las que mantenemos con especies no-humanas. Las características geográficas de un lugar no determinan los quehaceres de los que ahí habitan. Lo que cuenta es la percepción de los sujetos sobre su entorno pues corporalidades y tierra son entidades recíprocas e interconectadas.

El territorio es el espacio vital más próximo que cobija y protege a las personas; por eso, defender el territorio, es defender la vida misma. La paz territorial demanda contar con capacidades para imaginar y hacer posible que ocurran acciones éticas con y para los otros, considerar múltiples dimensiones y escalas para la acción política, reflexionar conjuntamente los problemas cotidianos que se enfrentan, establecer acuerdos en torno al uso de los bienes colectivos de toda índole, no solo materiales, practicar principios que contribuyan a la convivencia (legitimidad, autonomía, manejo de conflictos…), construir alianzas con las autoridades. La imaginación moral es clave para construir la paz en los territorios tomando en cuenta que el funcionamiento del Estado no depende solo de los gobiernos, sino de formas locales de administrarlos colectivamente.

[email protected]

jl/I

 
Derechos reservados ® ntrguadalajara.com