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(Foto: Jos� Hern�ndez-Claire)
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Morelia fue una de las ciudades elegidas por el papa Francisco para su peregrinar por México. De inmediato, habitantes de poblaciones cercanas y de la capital michoacana planearon asistir para observar el paso del prelado o compartir un momento de reflexión en la misa multitudinaria. Nadie se lo quiso perder. La espera fue larga, pero niños, jóvenes y ancianos, soportaron estoicos cualquier obstáculo. Nada ni nadie les iba a impedir ver al sumo pontífice, aunque sea de lejos. A su paso, la ola de banderines con la figura del prelado tapizaron las vallas. La espera valió la pena. Fue un milagro, lo vieron. Bendita espera.
HJ/I
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