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Tema. El mural, inconcluso porque los artistas no lo terminaron en su momento, representa varias figuras femeninas (Foto: Cortes�a UdeG)
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Contrario a lo que se dio a conocer en los primeros informes y boletines dados por la Universidad de Guadalajara, los murales afectados en la Biblioteca Iberoamericana a partir del robo de finales del año pasado, no eran “los de Siqueiros”.
La universidad informó que habían sido “los murales de José Parres Arias y David Alfaro Siqueiros”, los dañados, aunque después rectificó la información para detallar que habían sido el conjunto de murales Olimpo House, ubicados en el muro norte del inmueble los que resultaron, según personal del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, con pocos daños: acumulación de hollín a raíz del incendio provocado por quienes irrumpieron en el recinto sin que se afectaran los aplanados, ni la película de color de las obras.
Sin embargo, son pocos los lectores y amantes del arte quienes conocían estas pinturas. Avelino Sordo Vilchis, estudioso del movimiento del Grupo Universidad, cuyos integrantes realizaron estos murales a finales de la década de los años 20 del siglo pasado, describió en entrevista que de alguna manera fueron opacados por el mural principal popularmente atribuido a David Alfaro Siqueiros, mientras que los artistas de Olimpo House “establecieron en la parte más alta del recinto una especie de estudio y lugar de reunión los pintores Alfonso Michel, Jesús Guerrero Galván, José Parres Arias y Francisco Sánchez Flores”, todos ellos con una gran trayectoria reconocida para la época.
“Fueron obras un poco para marcar territorio, con el tema de la sensibilidad, la maternidad, se repartieron las paredes del lugar y comenzaron estas pinturas al falso mural, es decir no directamente sobre la pared”, dijo Sordo Vilchis quien aseguró que los murales fueron poco valorados.
El investigador y autor del libro Figuras con paisaje / El Centro Bohemio 1914-1918 sobre este grupo de intelectuales y artistas reunidos en torno a Guadalupe Zuno, contó también que hay una gran falta de información y documentación sobre el tema en general y sobre las pinturas en particular. En colecciones del estado varias obras de Alfonso Michel, Jesús Guerrero Galván y Francisco Sánchez Flores se han expuesto en los últimos años.
Varias mujeres son parte de Olimpo House, según Ángel Ortuño, hasta hace poco bibliotecario de la Iberoamericana, llamado así como una especie de chiste privado entre los artistas, por encontrarse en el olimpo, o la parte más alta, del edificio. Hay parteras y parturientas, algunos colores y la sensación de que los murales o falsos murales son en realidad bocetos, están inacabados todos, ya que no fueron encargados como un proyecto de decoración ni tenían un plazo de término, quedaron así, casi a la mitad.
Aunque estos cuatro murales forman parte de la lista del patrimonio cultural de la Universidad de Guadalajara, no forman parte de ningún listado del Inba o el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y datan de los años 30. No hay mucha más información al respecto.
Ángel Ortuño comentó que antes del incendio y durante los años en los que él trabajó en la biblioteca, los murales a veces eran visitados por el público y por grupos de estudiantes de arte, aunque no tanto en comparación de los de Amado de la Cueva, “es un poco burdo, pero ojalá que este suceso sirva para que la gente los conozca y para que se les dé la importancia que merecen”, dijo.
CONFUSIÓN SIQUEIROS
Es popularmente sabido, aunque nunca corroborado, que el muralista mexicano David Alfaro Siqueiros, que llegaría a convertirse en uno de los tres más importantes del género en el país, participó en alguno de los murales de la Biblioteca, pero en realidad no pintó ninguno.
Esta confusión nació sobre todo porque para cuando se pintó el mural de la nave principal de la biblioteca, el de los campesinos y las estrellas de cinco picos realizado en realidad por Amado de la Cueva, el joven aprendiz David Alfaro Siqueiros fungió como su ayudante. Los murales más reconocidos de él fueron realizados años después cuando se legitimaría como el artista que hoy se reconoce.
Ortuño recuerda que esta confusión de hecho le ha quitado mérito a los murales pintados en el área superior, que sí resultaron dañados. Sordo Vilchis por su parte dijo que este fenómeno es uno de los tantos que ocurren cuando un grupo de artistas goza de tanto reconocimiento y a la gente “le urge” tener una obra de ellos cuando en realidad ni Siqueiros ni Diego Rivera pintaron jamás murales en Jalisco.
Un dato curioso respecto al mural es una anécdota que se cuenta de la vida de Amado de la Cueva que murió en un accidente de tránsito, mientras iba en su motocicleta, poco después de haber terminado este mural.
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“Es un poco burdo, pero ojalá que este suceso sirva para que la gente los conozca y para que se les dé la importancia que merecen”
Ángel Ortuño, ex bibliotecario
JJ/I
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