Anaya y la humillaci�n de MC

2018-02-11 22:26:43

Urgido de los votos que Jalisco otorga en la carrera presidencial y particularmente el de los alfaristas, cuyo candidato a la gubernatura se mantiene como puntero, a Ricardo Anaya Castro no le ha importado ser humillado públicamente por los dueños del partido nacional y estatal, Dante Delgado Rannauro y Enrique Alfaro Ramírez.

A las humillaciones públicas, Anaya ha respondido con un sepulcral silencio. De su boca no ha salido palabra de defensa para su persona, su partido y su militancia. Se ha tenido que tragar esas humillaciones, todo por un puñado de votos que logren llevarlo a Los Pinos.

Los cúpulos del partido Movimiento Ciudadano le dan a Ricardo Anaya una cucharada de su propio chocolate luego de la humillación que él le propinó a los panistas jaliscienses no solamente obligándolos a sostener una alianza por todos rechazada con el alfarismo, sino entregándole a éste prácticamente todas las candidaturas en disputa a nivel federal y sometiéndose a sus deseos en las de carácter estatal.

La primera humillación que Anaya permitió y aceptó dócilmente sin decir en ese momento palabra alguna de protesta fue cuando el dirigente nacional de MC, Delgado Rannauro, le tapó la boca para que ya no hiciera declaraciones a los medios luego de la ceremonia aquella en la que este partido aceptó su registro como precandidato presidencial.

El pasado 18 de enero, tras interrumpir la entrevista con Anaya, Dante dijo a los reporteros: “Ante las preguntas que formulan, quiero significar que como estrategia política electoral le demos dimensión a los comunicados políticos y no a las entrevistas banqueteras en donde se pregunta lo que quiere; vamos a enseñarle a la sociedad que podemos tener mensaje político y no en base a las ocurrencias de quienes responden y preguntan”.

Dicho lo anterior, sin chistar ni decir media palabra, Anaya lanzó su eterna sonrisa, se puso de pie y se fue con Delgado Rannauro.

La siguiente humillación se la acaba de propinar Alfaro Ramírez en Lagos de Moreno la semana pasada, donde junto a las pancartas con las que algunos presuntamente panistas le llamaban “ratero”, “corrupto”, “mentiroso” y “ladrón” al precandidato presidencial, ondeaban también banderolas con el logotipo de Acción Nacional que orgullosos militantes –quiero creer que no hay duda de ello– portaban, pero a quienes desde el estrado Enrique Alfaro les exigió-ordenó bajarlas, ante el vergonzoso silencio de Anaya que no le quedó otra opción que hacerse el desentendido, pues fue incapaz de salir en defensa de su militancia ya de por sí humillada por él mismo.

“¡Les pido con todo respeto que bajen las banderas…! ¡Aquí no venimos a apoyar partidos, venimos a apoyar personas!”, les dijo palabras más palabras menos Alfaro a los panistas, al tiempo de que les recordaba que “¡Aquí defendemos un movimiento…!”, mientras Anaya se mantenía como mero espectador.

Ricardo Anaya está esperanzado en recibir el millón 200 mil o millón 500 mil votos que MC le ha prometido en Jalisco para convertirse en presidente de la República, como sucedió con Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, y al ser el alfarismo la fuerza política que va a la cabeza de las preferencias electorales, lo menos que le importa es dejarse humillar públicamente, que le hagan lo mismo a su partido y a su militancia, si eso significa beneficiarse del movimiento naranja.

¿Cuántas humillaciones más le propinarán sus aliados a Ricardo Anaya sin que diga media palabra en contra, sin intento de protesta siquiera? ¿Cuántas humillaciones más está dispuesto a permitir con tal de no perder ni un voto de sus aliados en Jalisco? Tiene suerte de que la dirigencia estatal también agachara la cabeza y se quedó callada, quizás porque así lo ordenó él mismo. Al tiempo.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I

 
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