CSI Jalisco

2018-04-21 21:46:25

A veces me pregunto cómo sería una serie policiaca a la mexicana sin las exageraciones de los guionistas de las gringas que pintan, más bien, a héroes casi sobrehumanos e incorruptibles con un respaldo institucional difícil de creer y equipos de las mil maravillas para resolver los casos, prácticamente con sólo colocar los indicios en algún tubo de ensayo.

Para empezar, un CSI Jalisco creíble tendría tanta saturación de investigaciones que difícilmente veríamos en un capítulo la resolución del mismo caso con que empezó, y más bien se iría a un acumulado de carpetas que muy ocasionalmente llegarían a una conclusión distinta que el archivo; sobre todo tratándose de esos casos que ocurren diariamente en los que a las víctimas de homicidio las llevan sus asesinos a algún lugar lejos de los núcleos de población, como brechas o predios rurales, aunque dentro de la ciudad, y las botan como si se tratara de basura.

Hace algunos años todavía, la resolución mágica de esos crímenes nos llevaría a una escena con un policía investigador aplicando diversas formas de tortura al detenido como choques eléctricos en los genitales, por ejemplo, o golpes disfrazados mediante una guía telefónica, entre otros, lo cual en estas nuevas circunstancias de vigilancia reforzada de los derechos humanos difícilmente valdrían para calificar como legal una detención y presentar la confesión como una prueba válida ante el juez (puede ser que en algún capítulo llegara a ocurrir para darle mayor intensidad dramática a la historia y poner en entredicho la integridad de los protagonistas).

Como protagonistas tendríamos a unos policías investigadores que posiblemente habrían comprado la mayor parte de su equipo por su cuenta, quizás incluso alguna pistola más allá de las permitidas en la licencia colectiva de la fiscalía general, y estarían en constante colaboración con peritos forenses a quienes cada una de las diligencias se las pedirían por escrito, nada de margen para que los guionistas se dieran el lujo de pintar una llamada telefónica para solicitar una comparativa genética como parte recurrente de la historia.

Su interacción con policías municipales estaría marcada por la desconfianza y la incertidumbre de no saber si se podría confiar en ellos, porque en cada capítulo veríamos cómo los testimonios de las personas a quienes entrevistarían estarían marcadas por una sombra amplia y tenebrosa vinculada al tráfico de drogas; pero también a otros delitos que los jefes de plaza tendrían en control, acercándose a esos capos a tientas para no llegar demasiado cerca, que el cártel puede tomar represalias.

Y la política frecuentemente pondría trabas a su trabajo, más que facilitar su constante capacitación, su acceso a mejores condiciones laborales, mejores horarios, tiempo de calidad con sus familias. Veríamos en pantalla cómo los personajes quizás confiarían en alguien que no merece ese voto, veríamos que la coordinación entre distintas áreas de la fiscalía sería poco efectiva y más bien frustrante para aquellos personajes que quisieran hacer su trabajo adecuadamente. También con otras corporaciones municipales, estatales y federales habría dificultades para colaborar en el montón de operativos inútiles que desplegarían.

Pero quién sabe, a lo mejor los guionistas mexicanos tendrían una visión más certera de crear una estructura institucional simple para facilitar que en la serie los personajes interactuaran entre sí y con las áreas especializadas de forenses, con las policías locales; les darían mejores vehículos y equipos para llevarlos a resolver pronto los crímenes y no sólo homicidios, sino también al trabajar con áreas de robos y de narcomenudeo, por ejemplo, y tendrían un buen sueldo, y sus interrogatorios los llevarían paso a paso a la captura del gran jefe criminal para culminar el último capítulo de una manera extremadamente emocionante.

@levario_j

FV/I

 
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