Es indiscutible que los derechos de las niñas y los niños deben respetarse y cumplirse cabalmente, y que se les deben brindar las condiciones necesarias para lograr su desarrollo integral, que vivan en estado de bienestar y que sean felices. Como también es indiscutible que lamentablemente muchísimas niñas y niños viven siendo víctimas de la violencia física, psicológica, sexual, de las negligencias y del abandono.
Lo que también es importante reconocer es que en el momento histórico y por las condiciones sociales que vivimos, en la educación que reciben por parte de sus padres y de sus maestros, en las niñas y los niños se deben promover algunas responsabilidades que de acuerdo a sus edades, condiciones y posibilidades deben ir practicando. Entre las responsabilidades que recomendamos a fin de que vayan desarrollando principios, valores, actitudes y conductas de responsabilidad y solidaridad, se encuentran:
Respetar sin distinción a todas las personas.
Colaborar con los adultos mayores, personas con discapacidad, mujeres embarazadas y con otros niños y niñas más pequeños que ellos.
Realizar sus actividades de autocuidado personal.
Colaborar en los quehaceres domésticos.
Asistir puntualmente a sus actividades escolares.
Realizar oportuna y adecuadamente sus tareas escolares.
Manejarse cotidianamente con honestidad.
Cuidar el buen estado del mobiliario y las pertenencias de su familia, de su escuela y de la infraestructura urbana.
Realizar siempre sus solicitudes con respeto y amabilidad.
Agradecer oportuna y adecuadamente el apoyo y cuidados que les brindan sus padres, familiares, profesores, servidores públicos u otras personas.
Cuidar y proteger las plantas y los árboles.
Depositar la basura adecuadamente en los lugares señalados.
Cuidar que no se desperdicie el agua.
Cuidar que no se utilice la luz eléctrica innecesariamente.
Evitar el maltrato a los animales.
Estas responsabilidades no debemos esperar que las cumplan eficientemente de inmediato, sino que lo importante es que se busque que los menores las practiquen cotidianamente y que conforme van creciendo se incorporen otras, de tal manera que estas responsabilidades deben representar una guía de lo que los padres y maestros deben promover consistentemente en sus hijos y alumnos, respectivamente. En la promoción de estas responsabilidades se deben incorporar el cariño y la firmeza, pero por ningún motivo se deben promover con violencia.
Finalmente, recordemos lo que afirmaba Pitágoras: educad al niño y no será necesario castigar al hombre.
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