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PRI: ignoraron a Bañuelos

Frente a sus correligionarios priístas dentro y fuera del gobierno estatal, el orador elegido por el Ejecutivo del estado para hacer uso de la palabra no tuvo contemplaciones al momento de lanzar severas críticas. Frente al micrófono y ante el asombro de sus oyentes, dijo:

“El gobierno parece naufragar en un tormentoso mar de pérdida de credibilidad, su jerarquía y su presencia pierden impacto en la vida de la sociedad (…). El ejercicio del poder parece haber perdido hace tiempo el rumbo de sus propósitos originales. No se puede enfrentar con viejas recetas, las nuevas realidades de la sociedad…”.

Algunos priístas, principalmente los que se ubicaban en las primeras filas, se acomodaban constantemente en su asiento, otros dirigían la vista hacia cualquier punto alejado del orador o buscaban dialogar con quien estaba a su lado. Pero no podían evitar escuchar al orador, como cuando señaló:

“Tiempos requieren sistemas, pero nuestros tiempos reclaman también formación, templanza, carácter, espíritu de servicio, sentido ético, hombres nuevos, porque la fragilidad de carácter, la falta de formación, de convicción, de muchos gobernantes, funcionarios, dirigentes políticos, compromete al gobierno como institución y, al mismo tiempo, pervierten a la política como principio ético, como función, como comportamiento individual…”.

Y luego fue contundente frente a sus escuchas priístas: “La corrupción, la banalidad, la ineficiencia han provocado que el pueblo se sienta defraudado; el desencanto nos hace advertir una cara diferente del México que todos soñamos…”.

Agregó: “Las últimas elecciones nos muestran en un desagradable círculo vicioso, producto de la intolerancia política (…). Yo creo que la democracia electoral debe garantizar reglas claras y procedimientos limpios, espacio suficiente para dialogar con la ciudadanía, debate frente al pueblo (…) sin amenazas ni ofensas, sin prepotencia ni chantajes morales…”.

El discurso del priísta parecía espada desenvainada contra los tricolores. Aseveró: “La democracia es algo más que el juego de partidos. Es, sobre todo, la participación informada y responsable del ciudadano común. Observemos que la toma de conciencia ciudadana rechaza la politiquería de los partidos”.

“El desgajamiento que padecen las tradicionales formas de organización política –agregó– son tan sólo el reflejo de un reacomodo de fuerzas que como valores sociales actualizados chocan con los monopolios de poder partidista, las decisiones de grupos cerrados o los caudillismos iluminados”.

El discurso anterior no lo expresó ningún priísta actual después de las pasadas elecciones del 1 de julio cuando el PRI sufrió la más escandalosa derrota en toda su vida en el país y en el estado, ni corresponden a lo emitido en algún foro de reflexión y análisis.

Las palabras anteriores las emitió el entonces diputado Juan José Bañuelos Guardado en la ceremonia de aniversario de la Revolución Mexicana el 20 de noviembre de 1992… ¡hace 26 años! Tres años antes de que el PRI perdiera por vez primera la gubernatura en Jalisco y ocho antes de la Presidencia de la República.

Crítico severo de su partido, Bañuelos Guardado –uno de los ideólogos del priísmo jalisciense y ex contralor del estado de Aristóteles Sandoval–, ya desde entonces pintaba un escenario que podemos encajar muy bien en la actualidad, particularmente cuando aseveró: “El gobierno parece naufragar en un tormentoso mar de pérdida de credibilidad; su jerarquía y su presencia pierden impacto en la vida de la sociedad…”.

Y pareciera hablar de la realidad priísta de hoy cuando remató: “La corrupción, la banalidad, la ineficiencia, han provocado que el pueblo se sienta defraudado…”.

Y los priístas se preguntan por qué perdieron y buscan quién se las pague. En fin.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I